Producción: Criaturas Fronterizas (Border)
Dirección: Ali Abbasi
Año: 2018
Plataforma: Cartelera

 

En 5 líneas esta película:

Basada en un cuento del escritor de Déjame Entrar

Retoma los personajes marginados

Tiene su esencia en lo mitológico

No es de terror

Funciona mejor si se desconoce el núcleo fantástico

 

  

 

En Déjame Entrar (Alfredson, 2008), aquel sorpresivo filme sueco, Oskar (Kare Hedebrant), un retraído niño con problemas de acoso en la escuela establece una amistad con Eli (Lina Lendersson), la extraña niña del departamento vecino. El vinculo se debe a una razón en común: Ambos, a su manera, son marginados. Menospreciados por su entorno, uno por su fragilidad y actitud insegura generada por una disfuncionalidad familiar; la segunda, porque es un vampiro. Caso similar sucede en Criaturas Fronterizas con Tina (Eva Melander), una mujer a quien su anormal aspecto la mantiene también como una marginada, sin embargo, ella no tuvo una amistad en la cual refugiarse, en vez, tiene una habilidad que le permite vivir de manera cotidiana.

La razón de poner a estos personajes en el mismo costal no se debe solo a sus características; los personajes fantásticos incrustados en una realidad cercana son idea de John Ajvide Lindqvist, escritor tanto de la novela en la que se basa la película de Alfredson como del cuento Gräns, cuya adaptación corre a cargo de Abbasi.

Tina, en contraparte a los personajes de Déjame Entrar, no posee ese sentimiento de venganza al creer que nunca encajará. Si bien su protuberante frente, ancha nariz, piel gruesa y dientes saltones son motivo de repulsión en los demás, ella actúa con cierta normalidad, no porque no le interese, sino porque está acostumbrada. El rechazo viene desde su infancia, cuando su padre le decía a ella y a el resto de la gente que su aspecto es causa de una deformidad en los cromosomas, o en su actual vida amorosa, con su pareja Roland (Jörgen Thorsson), un bueno-para-nada que se interesa más por sus perros que por Tina.

En ambos casos, Tina entiende y acepta ese rechazo. En parte porque se siente útil en su trabajo en la aduana sueca, donde se encarga de la legalidad de los objetos que portan las personas que entran al país. Ella tiene la habilidad de olfatear las emociones, a tal grado que incluso detecta la culpa y nerviosismo de un sujeto que carga con pornografía infantil. Todo cambia cuando un hombre, Vore (Eero Milanoff), quien suele pasar con frecuencia por la aduana, oculta algo que Tina detecta pero no puede encontrar. Lo más extraño de todo es que su aspecto físico es parecido al de Tina.

Border, en un principio, parece acercarse a un thriller de elementos criminales con base en la habilidad de Tina. Un elemento que se esfuma rápido para convertirse en un asunto de mayor profundidad. Vore pondrá a Tina en un conflicto de identidad, perspectiva y hasta de moral. Abbasi y Lindqvist llevan al extremo ese asunto de la igualdad con la protagonista, preguntándose qué tan distintos somos. Como si se tratara de un asunto racial, Vore tiene la firme idea de segmentación. Tina es la representación oscura, posmoderna y fantástica de la moraleja del patito feo. En realidad todo se trata de perspectivas.

La película funciona mejor si el espectador desconoce el núcleo fantástico. Border es un continuo descubrimiento, tanto para la protagonista como para nosotros. No espere abruptos giros en la trama; la experiencia se asemeja, más bien, a empujar con la mano arena y descubrir debajo un mapa, por ejemplificarlo de alguna forma. Quizá Border no logre los alcances de Déjame Entrar, pero es una pequeña y sencilla historia de magníficos detalles.

 

 

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