Producción: Frantz
Director: François Ozon
Año: 2017
Plataforma: 21 Tour de Cine Francés

 

En 5 líneas esta película:

Es un drama

Explora las secuelas emocionales tras la I Guerra Mundial

Tiene una bella cinematografía

Es sensible y delicada

Mantiene un ritmo contenido y sin aspavientos

 

   

 

Europa, 1919. El continente se encuentra en proceso de reconstrucción tras el desastre causado por la I Guerra Mundial. En un pueblo de Alemania, una familia compuesta por los padres de Frantz, un soldado muerto en el conflicto, y Anna, su prometida, viven sus días entre el dolor de la memoria y el miedo a reiniciar sus vidas, hasta que la visita de Adrien, un extraño proveniente de Francia, quien acude frecuentemente a la tumba de Frantz a dejar flores, cambia la rutina de los tres, provocando polémica en la comunidad, cuyo resentimiento hacia el país vecino es latente.

François Ozon escribe y dirige esta delicada historia sobre culpa, miedo y perdón con un mensaje reconciliador, a través de la creciente tensión romántica entre dos sujetos pertenecientes a bandos opuestos, reunidos por la tragedia y conectados debido a las secuelas emocionales que la guerra provoca. El perfil atormentado de Adrien, quien se presenta como un antiguo amigo de Frantz, llama rápidamente la atención de la melancólica Anna, quien a su vez es pretendida por Kreutz, sujeto de edad considerablemente mayor que ella y que ve en la presencia del francés en el pueblo un motivo de indignación y vergüenza.

Este triángulo amoroso, más el creciente afecto entre los padres de Frantz hacia Adrien, quienes ven en el muchacho un reflejo de su hijo, gracias a la similitud entre personalidades, son instrumentos de Ozon para explorar las heridas dejadas por el conflicto bélico entre ciudadanos de ambas nacionalidades. La forma de sobrellevar las cargas después de la pérdida de la inocencia, desde una perspectiva sentimental, es retratada con una cinematografía excepcional, la cual intercala un expresivo blanco y negro con el uso suave de color, dependiendo del estado emocional de sus personajes, siendo Anna el personaje con mayor presencia en este aspecto.

Sabedor del peso de la posguerra en los hombros de quienes la vivieron, Ozon muestra empatía absoluta hacia sus personajes, necesitados de un ancla de esperanza. Adrien concede esta fortaleza a través del relato de sus memorias con Frantz en París. Sin embargo, la revelación a destiempo de un secreto (bastaste predecible, siendo honestos) que persigue a Adrien, pone en riesgo la nueva estabilidad conseguida entre la pareja de padres, Adrien y Anna. Este quiebre obliga la huida del huésped y confronta a Anna con el dilema de mantener la ilusión de sus seres queridos o afrontar el lado más oscuro de su nueva relación con el francés.

Los giros en la trama insinúan un coqueteo sutil con el melodrama, pero el ritmo sereno que dirige los acontecimientos, sin intensas muestras de emotividad, logra contener la carga sentimental en un estado de naturalidad propio de las circunstancias. Gracias al buen grado de sensibilidad mostrado por Ozon, quien narra con oficio el camino de sus protagonistas, su mayor encomienda es liberarse de las ataduras emocionales que les impiden seguir adelante con sus vidas, por medio de la rendición ante la pérdida y la añoranza ante lo incierto. Puro sentimiento galo.

 

 

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