La temporada de conteos de lo mejor del año ya está a la vuelta de la esquina, y para cerrar bien el año y tener oportunidad de ver algunas de las mejores películas del mundo la Cineteca Nacional trae la segunda vuelta de su Muestra Internacional de Cine, del 17 al de noviembre al 4 de diciembre, que recupera lo mejor de lo mejor, usualmente previo a su estreno comercial.
Además, a partir del 24 de noviembre, estará disponible en sus sedes alternas como son Cinemax y Cinépolis selectos, así como recintos y escuelas de la UNAM y cines independientes. en CDMX y el algunas ciudades del interior de la república.
Para nosotros en Bollo Negro la muestra, tanto en su edición primaveral como en la otoñal, es de las mejores semanas del año ya que están cargadas de mucho cine de vanguardia que además tiene algo importante qué decir. Como de costumbre, hemos escogido nuestras cinco imperdibles para que usted lector, no pierda la brújula de lo que es indispensable.
Que los disfrute.
Para consultar la programación, horarios y sedes puedes checarlo aquí.
Al Otro Lado de la Esperanza (Aki Kauramiskai, Finalndia, 2017)
Esta obra marca el regreso del finlandés Aki Kaurismaki a la dirección luego de Le Havre (2011) unos años atrás. Conocido por contar historias sobre las clases populares del norte de Europa, genio de la mezcla de género y de la comedia crítica, Kaurismaki es una de las voces contemporáneas más honestas.
En Al Otro Lado de La Esperanza un refugiado Sirio busca sobrevivir en la ciudad de Helsinki, ayudado por un cincuentón que decide darle trabajo y techo. La obra hizo a su director acreedor al Oso de Plata en la Berlinale de este año. En esta película pueden encontrar una increíble mezcla de comedia inocente con crítica social punzante. Verdaderamente un deleite.
Western (Valeria Grisebach, Alemania, 2017)
Valeria Grisebach, directora alemana, trae desde la selección Una Cierta Mirada del festival de Cannes un relato sobre obreros alemanes, adoptando las formas clásicas del géneros de vaqueros y llevándolo a la actualidad de Europa.
En la historia, Meinhard es un obrero de la construcción que viaja con un grupo de trabajo a Bulgaria para construir un sistema hidráulico y mejorar la canalización de agua cerca de un pueblo, donde no son muy bien recibidos. La directora y guionista (también consultora del guión de Toni Erdman, Ade, 2016) propone una revisión a la masculinidad, la integración y la fraternidad como giro personal al natural e históricamente violento conflicto del género western.
Cartas a Van Gogh (Dorota Kobiela, Hugh Welchman, Polonia – Reino unido, 2017)
Loving Vincent es la primera película animada mediante cuadros al óleo, en este caso alrededor de sesenta y cinco mil. La cinta es un producto de las mentes de la polaca Dorota Kobiela y el inglés Hugh Welchman, y realizada por cien artistas, ilustradores, pintores y animadores de todos el mundo, donde cabe mencionar a Mayra Hernández, mexicana y la única latina en el proyecto.
Nacida como un cortometraje y extendida tras la llegada de Welchman, Cartas a Van Gogh está inspirada, visual y narrativamente, en la vida y obra del pintor neerlandés Vincent Van Gogh. Ocurrida tras la muerte del pintor, un joven Armand Roulin buscará al más puro estilo de Citizen Kane (Welles, 1941) la respuesta a la pregunta ¿por qué se suicido Van Gogh? ayudado por los habitantes del pueblo donde ocurrió y las cartas que aquél se escribía con su hermano. Esta buena película marca un hito en el cine que no hay por qué perderse.
120 Latidos por minutos (Robin Campillo, Francia, 2017)
A principios de los años 90, un grupo de activistas franceses llamados Act Up se levantan en pie de lucha para concientizar a los jóvenes a informarse sobre el VIH positivo y el SIDA, ya que ni el gobierno ni la sociedad ni los medios tocaban el tema por ser un tabú, mientras las farmacéuticas sólo buscan sacar provecho de la situación.
Con esa regresión de más de veinte años en el tiempo, Robin Campillo nos recuerda que la lucha continúa y está lejos de acabarse, ya que en la actualidad el tema sigue siendo tabú en Europa y el mundo; sin embargo, recordemos que en aquellos años el SIDA y el VIH positivo eran una epidemia reciente que acabó con la vida de un gran número de personas, usualmente gente de la comunidad LGBT, así como de drogadictos, prostitutas y otros parias de la época.
Con una visión política y humanística, Campillo nos saca de nuestra comodidad para recordarnos que allá afuera hay problemas que atender y eso hace a 120 Latidos por Minuto una de las mejores películas del año y un golpe de fuerza cinematográfico. Esta ganadora del Gran Premio del Jurado en Cannes es de esas películas que dejan huella.
The Square (Ruben Östlund, Suecia, 2017)
Ganadora de la Palma de Oro en Cannes, The Square, obra de Ruben Östlund, es una cinta que cruza la línea entre una crítica irreverente y graciosa a algo perturbador y terrorífico. Parte de su discurso habitual, el sueco vuelve a poner énfasis en la hipocresía del mundo moderno y las fallas de la configuración social.
En The Square, un curador de arte está preparando su museo para la llegada de un obra que pretende hacer reflexionar sobre la crisis humanitaria y la discriminación, pero luego de ocurrirle una serie de desgracias, este se da cuenta de que ni él ni sus allegados donadores ricachones predican en lo absoluto el discurso de una obra por la que pagaron muchísimo dinero.
Cachetada con guante blanco a la ruptura de la ilusión del primer mundo, Östlund pone sobre la mesa las recientes crisis políticas, humanitarias y económicas que han sacudido a la Unión Europea en los años recientes, sea el Brexit, el ascenso de la ultraderecha, la migración obligada del pueblo Sirio o el terrorismo, revestida de metáforas visuales y un visceral humor negro que la ponen en lo más alto del cine actual. Esta película es tan punzante en su crítica como bella en pantalla y entretenida. En realidad algo que hay que ver.
Bonus
Zama (Lucrecia Martel, Argentina – Brasil – España, 2017)
Pese a que en esta edición el cine mexicano no llego a la trinchera, el cine latino sí que se hace presente con Zama, una producción argentina-brasileña protagonizada por el mexicano Daniel Giménez Cacho y dirigida por Lucrecia Martel, basada en el libro homónimo de Antonio Di Benedetto.
En ella, Diego de Zama es un funcionario americano de la Corona Española en el siglo XVIII que espera una carta para ser reubicado de su puesto actual en la Asunción en Paraguay. Con una atropellada producción que llevo varios años e intentos fallidos, incluso en su estreno, Zama es una muestra del antipático y parco antihéroe, donde según su directora “identificarse con el malo siempre me ha sido más instructivo y esa jugada de Di Benedetto me pareció genial”. La representante de Argentina ante los Óscares del próximo año es un relato hechizante que nos mandará a casa con los huesos helados.