Producción: Varda por Agnès
Dirección: Angès Varda
Año: 2019
Plataforma: 67 Muestra de la Cineteca
En 5 líneas esta película:
Es una charla con su autora
Revisa más de sesenta años de carrera
Es la última cinta de la artista
No es un documental convencional
Es para propios y extraños
Existe una confusión común cuando se entra en los libros de historia del cine para revisar el lapsus que significó la Nueva Ola Francesa, o más bien, a su hermana menor, la Rive Gauche, pues en muchos casos se le llama Noveau Cinema. Cual sea el nombre real de esta corriente alterna al estallido de una nueva generación de cineastas franceses, existe dentro de ella una inspiración bien identificada: la Noveau Roman o Nueva Novela, que cuyo ápice no es otro sino Alain Robbe-Grillet.
Dentro de estos cineastas menores se encontraban Chris Marker, Alan Resnais y Agnès Varda, en contraparte a Chabrol, Godard y Truffaut de la Nueva Ola, quiénes en conjunto, tanto un grupo como el otro, buscaban un cuestionamiento cinematográfico profundo y una reestructuración de las formas antes concebidas en el cine llamado clásico.
La Noveau Roman buscaba una literatura libre de las limitaciones de una novela lineal, y también un acercamiento a una consciencia desarrollada dentro del relato; una forma de escritura similar a la forma del pensamiento mismo, sin atisbos espaciotemporales estrictos ni descripciones psicológicas que limitaran las formas de las consciencias mostradas. En ese sentido, la cara del movimiento francés construía también una forma de cine-pensamiento que distaba de las inquietudes formales de su contraparte contemporánea.
Agnès Varda, nacida en 1928 y fallecida en marzo de este mismo año, fue una cineasta que llevo esta concepción, intencionadamente o no, durante toda su carrera, al atravesar, además del cine, el arte visual, el videoarte, el performance y la instalación. El recurso audiovisual de la mano del pensamiento.
Inspirar, crear y compartir eran sus tres principios básicos para cualquier obra. Esto lo explica en su última cinta Varda por Agnès, que muchos han tenido a mal de tildar como un testamento cuando es la misma Agnès al inicio de la película quien explica que para ella todas sus conferencias y masters class son en realidad una conversación. Claro que la coincidencia temporal (fue estrenada pocos meses después de su muerte) tiende a uno a romantizar esa conexión.
Pero es necesario aclarar que la cinta no fue concebida como un testimonio, ni como un pase de antorcha, ni tampoco como una despedida, sino como una charla, una introspección al trabajo de una vida que superaba los noventa años. En su última cinta, la directora nacida en Bruselas rememora y comparte los momentos más significativos de su carrera y su vida, sus ideas y sus inspiraciones, sin seguir ningún orden específico ni un formato documental común de explicación-ejemplo. Lo que hace es un soliloquio, un ver hacia dentro de sí misma y mostrar lo que en sus palabras es inexplicable: una secuencia, una instalación, un detrás de cámara.
Para la directora de Rostros y Lugares (2017) o Panteras Negras (1968), una imagen en movimiento puede ser tan descriptiva o tan elocuente como una conversación y tan libre como un pensamiento. Ese principio es puesto en práctica de manera tan cristalina y lúcida que es difícil clasificar a esta obra como un documental, pues da cuenta de que su legado, de principio a fin, puede entenderse como una eterna conversación sobre y con ella misma, pero también con nosotros.
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