Producción: 9 Doigts
Director: F. J. Ossang
Año: 2017
Plataforma: FICUNAM
En 5 líneas esta película:
Es un relato oscuro con influencias del cine clásico europeo
Cuenta con una cinematografía notable
Se divide en tres actos y varios capítulos
Gusta de la experimentación por medio de trucos y técnicas narrativas
Es muy críptica y caprichosa
El paisaje nocturno de una ciudad desconocida es violentado por la presencia de un sujeto en precipitada huida; el contrastaste blanco y negro dibuja la silueta del perseguido escabulléndose entre corredores y túneles, hasta dar con un sujeto moribundo tirado en el suelo, quien le proporciona un paquete de contenido desconocido, de pronto, la presa cae en manos de un grupo de bandidos, es sometido, llevado a su escondite e involucrado en sus actividades.
La primera impresión de la nueva película de F. J. Ossang es de una narración críptica con un estilo visual imponente, gracias a una cinematografía fabulosa, deudora del expresionismo alemán, junto un humor siniestro, herencia del noir clásico, mientras que el montaje, caprichoso y conceptual, a la usanza de Godard, nos habla de la influencia de la Nouvelle Vague. Todo el entramado tiene un mensaje histórico de parte del director, quien a pesar de un inicio llamativo, se pierde entre divagaciones personales que excluyen al espectador al punto de la indiferencia.
A pesar de ser una propuesta de bella manufactura, 9 Doigts luce finalmente como un pastiche de cuadros atractivos, trucos narrativos y conceptos vagamente abordados, amalgamados sin mucha gracia ni sentido más allá de satisfacer el deseo experimental del director, quien divide su obra en tres actos muy diferentes entre sí temáticamente.
El primer acto, sin contar con un contexto claro (como el resto de la película), nos pone junto al protagonista (Paul Hamy), inesperadamente en medio de los planes de un grupo de bandidos, al punto de convertirse en un cómplice de un atraco que finalmente es un fracaso, lo cual provoca la fuga del grupo.
El segundo acto reúne al grupo dentro de un barco, con destino incierto y una carga química peligrosa, donde el nihilismo y la desesperanza absorben a los integrantes, quienes se verán inmersos en una intriga relacionada con el envenenamiento progresivo de la tripulación. En este entramado no hay demasiado que explorar más allá de escuchar ocasionales diálogos y disertaciones filosóficas que son como islas en medio de un mar de silencios, interacciones frustradas y planos contemplativos. Tanto absurdo dentro de un viaje sin paradero, digno de Samuel Beckett, desencadena la decisión de destruir de la nave.
Finalmente, liberada la pandilla de la opresión del barco y una vez que alcanzan tierra firme, el tercer acto expande el paisaje, con portentosas postales que a la vez minimizan la presencia de unos desconcertados personajes a la deriva mental y físicamente; es cuando el pesimismo llega al punto máximo, provocando el choque final entre los miembros remanentes.
La ausencia de motivaciones claras, el errático ritmo y la críptica narrativa son impedimentos para disfrutar la totalidad de 9 Doigts, que sin embargo, durante toda su extensión es capaz de regalar imágenes elegantes y llamativas, que confirman que estamos ante un ejercicio de estilo por encima de cualquier cosa. No es suficiente.
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