Producción: A Very Secret Service
Creador: Jean-François Halin
Año: 2018
Plataforma: Netflix

 

En 5 líneas esta serie:

Es una comedia satírica

Tiene una ambientación genial

Es de humor perspicaz y no guarda ninguna corrección política

Tiene una base crítica que por momentos se antepone al humor

Puede requerir una idea del contexto en el que se desenvuelve

 

  

 

Francia ganó la guerra pero perdió la moral. Quince años después del fin del conflicto mundial, la nueva Francia se debate entre bandos políticos, bailes a go-go y extrañas películas que nadie entiende y que algún día nombrarán nueva ola de cine francés. El momento es revulsivo y los gobiernos ponen toda la fuerza del estado en evitar que eso empeore. Por ello, los servicios secretos se vuelven indispensables y el servicio secreto francés probablemente no es el primero en el que pensarías, pero no por ello es el menos gracioso.

A Very Secret Service, originalmente nombrada como Au Service de la France (Al servicio de Francia) –título que se debió traducirse tal cual es, pues engloba perfectamente la ironía de toda la serie– es una comedia centrada en los años sesenta, al interior de una agencia secreta que solo sirve a los más altos intereses gubernamentales. El protagonista, André Merlaux (Hugo Becker), es un agente de nuevo ingreso y a través de él vamos conociendo a los demás personajes y su ridículo entorno. Las operaciones de la agencia son más papeleo que secretos de estado y su tarea es básicamente evitar que Francia pierda sus colonias, detener revueltas y llevarla bien en los dos lados del muro de Berlín. Sirviéndose para ello de la más enredada burocracia y desfachatez moral.

Sí, ya sé que ya hay muchas parodias sobre agentes secretos, pero A Very Secret Service no se limita a ridiculizar un personaje; no se queda en la superficie, si no que nos clarifica el espíritu de la época en su totalidad. Desde el absolutismo de las potencias mundiales y su paranoia comunista, hasta la rebeldía de la juventud ilustrada del Mayo francés. Su ambientación es perfecta y detallada. La historia se sitúa tan bien en el momento que demuestra que lo realmente absurdo en sí es haber pasado un momento histórico tan convulsivo sin siquiera notarlo. La sátira en ese sentido se asemeja a la que Kubrick llevó al cine con Dr. Strangelove or: How I Learned to Stop Worrying and Love the Bomb (guardando las diferencias de elenco y formato, claro) Esta comedia se da libertad para expresar, sin corrección política, la situación y agudizar la critica con pocos pero consistentes gags. Además de que por sí solo, el conflicto de nuestro personaje principal es entretenido. El detalle menos favorable de este trabajo es que carga con el peso de su contexto. Los conflictos de los personajes son en medida el conflicto de todo un país, de una cultura y visión histórica. Y por ende su humor radica en una mejor comprensión de dicho contexto.

Con episodios de veinticuatro minutos y dos temporadas completas, esta serie es una alternativa a la rutina de comedias americanas que se han ensañado con el género. Y un pretexto para sentirse sofisticado escuchando francés desde la comodidad de tu sofá ¡oh lá lá!

 

 

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