Producción: A Young Doctor’s Notebook
Año: 2012-2013
Plataforma: Netflix, primera temporada; HBOGo, segunda temporada

 

En 5 líneas esta serie:

Es de humor negro

Está muy bien actuada

Es buen drama

Es algo surreal

Es una mini serie

 

   

 

A Young Doctor’s Notebook está basada en los relatos semi autobiográficos del escritor ruso Mijaíl Bulgakov. La historia relata las peripecias de un médico recién graduado y enviado a un lejano poblado en Siberia, donde fungirá como doctor de la comunidad, junto a dos enfermeras y un paramédico, durante el periodo que abarca desde la I Guerra Mundial hasta el estallido de la Revolución rusa.

La miniserie británica está protagonizada por Daniel Radcliffe, en la figura del joven doctor, y por Jon Hamm, quien encarna al mismo personaje en su adultez durante una etapa de cuestionamiento de sus actos y purga de su adicción a la morfina. El doctor adulto utiliza sus escritos personales para revivir ese pasado e interactuar consigo mismo, maniobrando las diferencias entre dos fases de la misma persona en un ambiente gélido de miseria y enclaustramiento, sazonado con una potente dosis de oscuro humor inglés.

Narrada en ocho episodios de 20 minutos cada uno, divididos en dos temporadas, A Young Doctor’s Notebook no tiene demasiado tiempo para explicarse a sí misma dentro de un gran arco narrativo, y tampoco es que lo procure mucho; por el contrario, recurre más a la secuencia de momentos y sketches que no pretenden mucho más que colocar a sus dos actores principales en la misma habitación, exprimir sus venas cómicas y dejar que la química entre ambos muestre el camino. Sin duda se trata de una táctica arriesgada, pero cuando tienes a Radcliffe y a Hamm para llevar a cabo el trabajo, bien puedes sentarte a disfrutar sin mayor preocupación. La falta de parecido entre ambos actores aporta a la construcción de un entorno bastante enrarecido, que apela a la falta de fiabilidad en nuestros recuerdos, y cómo la nostalgia y el remordimiento influyen en la reconstrucción de nuestro pasado para que, paradójicamente, tenga mayor propósito y conclusión.

Desde la amputación de la pierna de una niña en el primer episodio, quedamos advertidos que esta es una obra rebosante en sarcasmo y cariñosa misantropía, con un tratamiento explícito y por momentos grotesco del sufrimiento físico de los pacientes—víctimas—de un doctor tan prominente en los estudios como indeciso en la práctica, enfermo de juventud, con síntomas de ingenuidad, inseguridad y hasta idealismo. Este retrato contrasta con la versión versión curtida del doctor, deteriorada por la adicción, cínica y pragmática durante la primera temporada, pero más reconciliadora e iluminada en la segunda.

¿Es el viejo doctor una encarnación de la conciencia del inexperto joven? ¿Es el joven doctor una reconstrucción tergiversada del viejo? Nunca se esclarece la salud psicológica del protagonista. Lo que si tenemos es la exploración de la progresiva decadencia del joven doctor, causada mayormente por la morfina, tema que se apropia de la historia hasta llegar a sostener en gran parte su desenlace, que deja la puerta abierta a una tercera temporada que nunca se materializó. Dada la falta de un argumento más complejo, quizá fue lo más conveniente.

 

 

 

 

 

 

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