Mauricio GuerreroProducción: Alex Fernández: El mejor Comediante del Mundo
Año: 2020
Plataforma: Netflix
En 5 líneas este especial:
Es el segundo especial de Netflix del comediante
Cuenta con algunos de sus clásicos chistes
Es una obra íntima y personal
Tiene un giro inesperado
Es para reír y llorar
Alex Fernández, standupero mexicano (no confundir con Alex Fernández, hijo de El Potrillo y nieto de Don Chente), rápidamente se ha posicionado como una de las voces más relevantes y multifacéticas de la comedia mexicana contemporánea. Con una carrera relativamente corta, este exmercadólogo egresado de los talleres de Gonzalo Curiel, ha probado la mayor cantidad de formatos disponibles para cumplir con la noble tarea de hacer reír al público y lo ha conseguido con éxito gracias a la honestidad y transparencia de su estilo.
Participó en el programa de Stanparados conducido por Adal Ramones; fue parte de la generación Vine de la que surgieron personalidades como su colega Ricardo O’Farrill o el youtuber JuanPa Zurita; inició un canal de vlogs en youtube al que le añadió sketches, algunos bits de sus presentaciones y un exitoso podcast; tuvo participaciones en especiales y series del canal Comedy Central; condujo el programa de Fox Sports, Deportología, junto a O’Farrill y Diego Zanassi, así como el programa de cultura geek La Liga de los Supercuates de Casa Comedy junto a Fran Hevia; formó parte de dos temporadas del reality show LOL de Amazon Prime en las cuales logró un segundo y primer lugar respectivamente y finalmente, cuenta con dos especiales en Netflix: El Especial de Alex Fernández: El Especial (2017) y el recién estrenado Alex Fernández: El Mejor Comediante del Mundo (2020).
Realizado el año pasado en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris en el corazón de la CDMX, el más reciente show de este incansable escritor nos recuerda la forma más simple y aún así compleja para una rutina pletórica. Durante poco menos de una hora, Alex nos lleva de paseo por sus recuerdos, anécdotas, momentos íntimos con sus amigos y familia, así como por las entrañas de la vida godín y chilanga con la que más de uno se sentirá identificado.
Con un título engañoso que guía al viaje a la mente del intérprete, este especial oscila entre el monólogo y la disertación, donde se busca justificar la premisa de que se trata nada más y nada menos que del mejor comediante del mundo.
Fiel a su discurso, este comediante de cabecera nos habla desde su vivencia más personal, extraída desde los rincones más absurdos de la vida cotidiana y devueltas con esa esencia inocente pero burlona, que distingue a un standupero que no ostenta una bandera política, ni una insistencia hacia lo trillado y accesible para la audiencia, sino de alguien que refugia sus pensamientos en el escenario, donde termina de darles tanto sentido como a sí mismo o de sanar heridas insondables.
Finalmente, concluye el soliloquio —que se distingue de entre todas sus herramientas como la más espectacular— de manera profunda con un inesperado giro que transforma la risa en llanto a través a una reflexión personal sobre la vida, la muerte y el amor, convenciéndonos de forma contundente que, en efecto, es el mejor comediante del mundo.