Producción: Ana y Bruno
Director: Carlos Carrera
Año: 2017
Plataforma: Cartelera

 

En 5 líneas esta película: 

Está basada en la novela Ana de Daniel Emil

Sabe medirse para no ser moralista

Hay temas tabúes que son tratados de manera efectiva

Tiene buena animación pero hay ligeros descuidos

Tardó cerca de 10 años en salir a carteleras

 

  

 

Hay de todo en la villa del señor, dicen, y con el cine mexicano no es la excepción. Tenemos películas para todos los gustos: buenas y malas, propositivas y otras no tanto. Sin embargo, cuando de cine para niños se trata, México se ha ido quedado atrás. Sí, hay cintas que han robado el corazón del público por retratar a México en sus tradiciones y gente; otras, por el contrario, han reforzado el cliché del país. Sin embargo, después de ver Ana y Bruno…. ¡hay esperanza! Carlos Carrera también es conocido por su trabajo en películas como El Crimen del Padre Amaro (2002) o La Mujer de Benjamín (1991) y, por supuesto, por el cortometraje animado El Héroe, mismo que le valió el reconocimiento en el Festival de Cannes. De cierta forma, no podemos decir que Ana y Bruno sea su trabajo más reciente, pues el camino para que ésta viera finalmente la luz fue largo. El largometraje está basado en la novela Ana de Daniel Emil y cuenta con las voces de Galia Mayer, Marina de Tavira, Damián Alcázar, y Héctor Bonilla, por mencionar algunos.

Ana es una niña que, junto a su madre, está internada en un hospital psiquiátrico. Un día, la pequeña decide ir a ver qué pasa en el tercer piso, lugar que su madre le advierte es peligroso. Al llegar, encuentra a una serie de personajes peculiares y extraños, entre ellos, Bruno, un duendecito o una versión de Bobby (Harry Potter) mexicano. Estos personajes, por cierto, son las alucinaciones de los pacientes. La niña, con ayuda de todos estos nuevos amigos imaginarios, va en busca de su padre, que vive en un pueblo llamado San Marcos, para que éste pueda salvar a su madre de los peculiares tratamientos del doctor encargado de curar a los pacientes.

Ana recuerda mucho a la protagonista del cortometraje El Héroe: ojos grandes y rasgos definidos, quizá ese es el sello Carrera. La animación está hecha con una técnica llamada tercera dimisión estereoscópica, misma que le permite dar a los personajes profundidad y detalle. Eso sí, aunque la animación es buena, a veces hay partes con un poco de descuido. Vemos en la cinta un retrato de México que poco carga con los clichés que generalmente vemos en pantallas, incluso el lenguaje. Hay humor y chistes locales que no encierran un doble sentido y no tiende a ser moralistas.

¿Ana y Bruno marcará un parteaguas en la animación en México o pasará desapercibida? Espero sea lo primero. La trama toca temas interesantes y, por el tratamiento de estos, hace que no se vuelvan un tabú para los niños: la muerte, la enfermedad, el duelo, por ejemplo. Hablamos de imaginación, imaginación que es condenada por llamarla locura y es importante saber la diferencia, quitar los tabúes y enseñar (y recordarnos) que lo que la sociedad llama locura es un mecanismo de defensa, una protección y, sobre todo, eso que nos mantiene a salvo.

 

 

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