Producción: Anne With an E, Segunda Temporada
Creador: Moira Walley-Beckett
Año: 2018
Plataforma: Netflix
En 5 líneas esta temporada:
Es puro amor
Repite una gran protagonista
Es una manera digerible de presentar la diversidad
Continúa con su formato de fábulas
Puede ser demasiado cursi
Anne with an E es puro amor y viene en todas sus presentaciones: 600ml, familiar, retornable de vidrio y hasta en tetrapack. Tengo que confesar que cuando ya iba por ahí del episodio siete, pensé que quería que este texto se titulara a la ch*ngada el amor romántico, porque cada uno de los episodios es una oportunidad de poner en duda nuestros sueños de ser rescatados en los brazos de un príncipe azul (porque no soy el único, ¿cierto?). No podemos negar que los sueños de Anne con su imaginación desenfrenada, vislumbrándose como una princesa o como una valiente Juana de Arco, tengan –de hecho– mucho de amor romántico, pero no hay que caer en la trampa. El principal acierto de la serie es justamente el constante descubrimiento de una forma distinta de amar, sin negar que existen, ni menospreciar, las otras maneras.
Esta temporada (un poco más larga) no está completamente focalizada en Anne, y los personajes secundarios se convierten en un gran recurso para explorar la palabra clave: perspectiva. Matthew Cuthbert exclama al aire que «siempre hay una manera distinta de ver las cosas» y lo bonito (y turbo ñoño) es verlos aceptarlo a pesar de todos los prejuicios para terminar bailando tomados todos de las manos.
Así, las reflexiones son variadas: la noción de la familia, la importancia de la belleza, la educación, el matrimonio e incluso la orientación sexual. Esto, por supuesto, es mucho más apetecible si pensamos que la historia tiene lugar en una isla canadiense durante los últimos años del sigo XIX. Si ya han visto la primera temporada, recordaran el formato de fábula, pues en esta ocasión es más o menos así: nuestros personajes sufren un momento porque las cosas son como son y ellos no pueden ser, luego hay un enfrentamiento moral que los abruma al poner en tela de juicio sus convicciones y finalmente todos son felices al aceptar que las cosas pueden ser de distinta manera. Es importante recordar que la serie está basada en Anne of Green Gables, un libro escrito a principios del siglo XX y que por su formato y contenido podemos catalogarlo como literatura infantil. Por lo que la resolución de los conflictos llega a ser utópica. Pero venga, no queremos ser aguafiestas, claro que se vale tener un rayito de esperanza, conmoverse por las muchas y variadas muestras de amor, creer que las cosas pueden ir mejor para todos.
Quizá los diálogos excesivamente optimistas, la constante chilladera o justamente la resolución de los problemas que bien podrían tener un y vivieron felices para siempre, puedan parecer demasiado melosos para algunos. Yo les digo que se den el chance, y no se apuren, les prometo que sus niveles de azúcar no se verán alterados.
Por lo pronto, solo me que queda decirles que si tienen con qué querer, pos’ quieran(se).