Producción: Atypical
Año: 2017
Plataforma: Netflix

 

En 5 líneas esta serie:

Es una comedia romántica

Da una visión realista del autismo

Tiene una buena actuación protagónica

Los personajes secundarios le restan a la trama

Utiliza recursos gastados

 

 

 

El autismo un trastorno que está rodeado de un gran espectro de desinformación y prejuicios. Atypical plantea una historia cuyo protagonista presenta esta condición y se deshace de todos esos mitos para presentarnos a un personaje fuerte, complejo, con motivaciones y bien construido con una gran interpretación.

Sam es un chico de dieciocho años con autismo que tiene una vida más o menos normal: va a la escuela, es perfectamente capaz de transportarse por sí mismo y al igual que los adolescentes de su edad, tiene inquietudes y preguntas; ama todo lo relacionado con la Antártica –especialmente los pingüinos– y tiene una relación bastante buena con sus padres y hermana. Cierto día, en una sesión con su psicóloga, se pone sobre la mesa la idea de involucrarse con una chica en una relación amorosa. La serie entonces sigue a Sam en el –difícil y tortuoso– camino a conseguir una novia.

Este personaje es increíble, la interpretación del joven Keir Gilchrist le da a Sam un áurea de buena vibra que le transmite al espectador. Verlo interactuar con cualquier otro personaje o con nosotros es un placer que al principio no se entiende del todo, ya que el mood de a serie no es definido exactamente, al principio parece una comedia de esas que se burlan de lo cotidiano, pero luego toma tintes de comedia romántica o en el peor de los casos: de esas que pasan en TV Azteca los sábados en el horario menos estelar, es por eso que de repente piensas «¿por qué me estoy riendo con esto?». La serie se esfuerza por mostrar a Sam inmerso en situaciones que son extremadamente incómodas y difíciles, ya no por su condición, sino porque así de difícil es la vida del adolescente. Entonces, ver a un chico autista enfrentarse a lo que todos los demás nos enfrentamos, con una madurez y una serie de procesos lógicos y bastante inteligencia, hacen de Sam alguien entrañable a quien nos dan ganas de gritarle «¡tú puedes!».

Pero no podemos tener a Sam en pantalla durante ocho horas, ¿no es cierto? Atypical se esfuerza por mostrarnos a alguien extraordinario en un mundo nada extraordinario, pero lo simple no tiene por qué ser sinónimo de sin chiste. El primer caso es Zahid, el mejor amigo de Sam, con el que trabaja en una tienda de electrónicos, y quién se la pasa diciendo chistes no graciosos y realizando actos impulsivos como para voltear a los lados y decir «ok…», mientras que su mamá vive en este «llevo tantos años de casada y me preocupo tanto por mis hijos que ya no tengo tiempo para mí y ante la más mínima provocación por el lado oscuro la tomaré sin pensarlo dos veces».

La apuesta es interesante, buscar retratar a las personas que están a la periferia de la vida de alguien con autismo tiene su mérito, pero la serie no logra hacerlos interesantes y finalmente pierde ante el fantasma de las películas de sábado que se transmiten por televisión abierta. De cualquier manera, si son de los que no le tienen tanto asco a lo cursi y se pueden conmover sin mucho esfuerzo –como yo– Atypical es un placer sencillo del que también se vale disfrutar.

 

 

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