De los creadores de más que una pregunta, tengo un comentario, les presentamos más que una reseña, les tenemos algunos pensamientos, y son respecto a la primera parte de la sexta (y última) temporada de una de nuestras series de televisión favoritas: BoJack Horseman.

El anuncio de la nueva temporada de esta producción original de Netflix fue uno agridulce, ya que al mismo tiempo se confirmó que esta siguiente tanda de episodios darían fin a la serie, algo que si bien es verdad que se antoja triste, también es cierto que nada pude durar por siempre, mucho menos las cosas buenas, y justamente BoJack Horseman está entre lo mejor que nos ha dado la televisión.

Para despedirse, Netflix decidió dividir en dos esta temporada final, con ocho episodios ya disponibles en la plataforma y otros ocho listos para estrenarse a finales de enero.

Estos primeros ocho capítulos son, y créanme que no lo digo a la ligera, la crema y nata de la serie hasta ahora, poniéndose al mismo nivel que los aclamados Fish Out Of Water y Free Churro, y es que hay algo que aunque sí se siente como una conclusión, casi hasta como un epílogo (para muestra el botón del cambio de aspecto del mismo BoJack, a uno de un adulto maduro con canas en los pelos), también se nota que entre todo el abanico de temas recientes con el que ya nos sentimos (incómodamente) familiares, esta nueva temporada busca regresar a sus cimientos al poner el reflector central sobre Hollywoo, sobre la industria del entretenimiento al desnudo y lo que realmente pasa tras bambalinas, inclinando las historias en afán de mostrar problemas como la desigualdad de oportunidades, el maltrato del poderoso al indefenso y cómo se vive el movimiento #MeToo cuando uno deja de ser la víctima.

BoJack está tratando de ser un mejor hombre (caballo), ahora sí de verdad, uno sobrio, y aunque nosotros como espectadores y amigos espirituales queremos creer que sí puede serlo, la serie no nos deja olvidar todo el camino de destrucción que ha dejado a su paso para llegar a donde está hoy.

Ya bien arriba de esta montaña rusa de emociones, es difícil atreverse a adivinar qué le prepara el final de la serie al caballo favorito de la televisión, a sus amigos, y a la gente que dejó apuñalada detrás de este nuevo camino en el que busca restablecer su vida. La cosa es que en este punto, temo admitir, un final feliz no parece probable. No para BoJack.

 

 

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