Producción: Burning (Boening)
Director: Lee Chang-dong
Año: 2018
Plataforma: FICUNAM 9

 

En 5 líneas esta película: 

Es un misterio psicológico

Está basada en un cuento

Construye bien su argumento

Es rica visualmente

El clímax podría sentirse lento

 

  

 

Algo tiene el cine de Corea del Sur. Hay algo con estos realizadores, como un superpoder o algún tipo de magia antigua que les permite hacer de sus historias un telar de sentimientos con el que, con todo y que la suya es una cultura ajena a la nuestra, simplemente podemos conectar. Estamos ahí. Lo sentimos. Ya sean intrigas eróticas como The Handmaiden (Park, 2016) o piezas –discretamente– militantes como Okja (Bong, 2017), las películas surcoreanas son tremendamente corporales y completamente humanas. Respiran por sí solas.

Burning es un ejemplo perfecto de la descripción anterior, una película que transpira escenas como una entidad viviente. Este largometraje es el regreso de Lee Chang-dong a la silla del director luego de ocho años tras el estreno de Poetry (2010), pieza a la que muchos consideraban la opera magna de este realizador, una que incluso vaticinaba un retiro prematuro. Con Boening, sin embargo, Lee probó que todavía las puede, y las puede más y las puede mejor.

Basada en el cuento Barn Burning del reconocido escritor japonés Haruki Murakami, la historia que Lee decidió contar es a la vez una parábola sobre la juventud, la disociación laboral y la soledad colectiva, a la vez un drama de misterio que va escalando como solo una película de Alfred Hitchcock logra escalar, aunque sin llegar a esa liberadora resolución que uno esperaría, me apena escribir.

La historia es la de Jong-su (Yoo Ah-in), un muchacho que tiene todo tipo de trabajos eventuales en Paju, Corea del Sur. En una visita a un supermercado se reencuentra con Hae-mi (Jeon Jong-seo), una amiga de la infancia que de buenas a primeras se ve feliz de verlo. Salen a cenar juntos y ella le habla de un viaje al extranjero que hará pronto y le pide que alimente a su gato en su ausencia.

Cuando se vuelve claro que el interés de Jong-su por Hae-mi va más allá de pura amistad, que finalmente encontró a alguien por quien sí vale la pena estar acompañado, ella regresa de su viaje al extranjero acompañada de Ben (Steven Yeun), un compatriota millonario, atractivo y misterioso. El Gran Gatsby de Corea del Sur, como piensa de él Jong-su. Ahora que Ben es parte de las vidas de los otros dos, las cosas se van volviendo cada vez más extrañas, hasta el punto en que Hae-mi desaparece sin dejar rastro, lo que ocasiona que nuestro protagonista empiece a dudar no solo de las personas a su alrededor, sino de él mismo.

Burning pasa de ser un drama sobre la clase obrera a un misterio psicológico con la misma rapidez y la misma sutileza con que Australia (Luhrmann, 2008) pasa de ser una película de caballos y vacas a un drama de ocupación durante la guerra. La forma en que Lee adapta el material de Murakami a su peculiar estilo estético es formidable y funciona maravillosamente, porque con todo y que se toma sus buenas libertades del material de origen, lo que queda es la perfecta yuxtaposición de ambos autores.

Si bien es cierto que el desenlace podría no resonar con todos los espectadores, también es verdad que Lee logra justo lo que pretendía, y que todo, absolutamente todo lo que transcurre hasta este momento, tiene razón de ser. Y luego está el delicado tema de lo que sabemos y lo que creemos saber. A medida que las piezas faltantes del rompecabezas caen en su lugar y la evidencia se va acumulando, parece que Lee Chang-dong no deja dudas sobre cómo debemos interpretar los eventos. Pero la subjetividad de la película, y las preguntas que finalmente nos deja, son precisamente su genialidad.

 

Puedes consultar horarios aquí.

 

add_filter( 'the_title', 'max_title_length');