Producción:  Chris Rock: Tamborine
Creador: Chris Rock
Año: 2018
Plataforma: Netflix

 

En 5 líneas este especial:

Es el regreso a la TV de un ícono del stand up

Es diferente a los especiales anteriores de Chris Rock

Tiene observaciones brutales como graciosas

Es fiel a su estilo y conoce a su publico

Mezcla su material anterior con el nuevo

 

  

 

La comedia stand up puede tener muchas bondades, como la libertad de expresión, desnudez emocional y mucha catarsis. En este formato, el  exponente es su propio origen, vehículo y destino. Su expresión solo se puede limitar tanto como él lo decida y ponerse tan incomoda como lo necesite.

Tuvieron que pasar más de diez años para que el antiguo miembro de Saturday Night Live fuera visto en un especial de comedia (gracias Netflix). Muchas cosas en su vida personal, con sus colegas y en su país cambiaron desde entonces. La asimilación de estos cambios parece traer de vuelta al comediante, quien retorna para exprimir su insatisfacción y la desesperanza general. Sobre todo en este momento donde su público parece no buscar respuestas sino emociones.

Desde el intro existe sobriedad en esta presentación. Chris Rock deja atrás las escenografías elaboradas y el brillo de un traje para salir casual a un pequeño escenario de Brooklyn, su alma mater cómica. Durante toda la hora de show la dirección de otro comediante, como lo es Bo Burnham, busca enfatizar la cercanía y austeridad en escena. Los acercamientos amplifican la emoción y casi nos hacen pensar que nos caerá tanta saliva como al micrófono.

El programa empieza con los temas favoritos de Chris: racismo, violencia, desigualdad social, política, bullying y fanatismo. Toma el casi inevitable tópico de Donald Trump y lo engancha bien a todo este material ya conocido por su audiencia. Hasta aquí las cosas marchan como algo que podíamos esperar de este señor. Pero después se vuelve íntimo y toca el tema de su separación. “No aplaudan esa mierda…” nos dice. Y empieza a circular entre enfado y revelación por las relaciones sentimentales hasta llegar a la jocosa analogía que le da nombre a este especial. Parece que desde el principio del show guardó bajo la lengua el motivo de su divorcio, y al soltarlo una granada de silencio e incomodidad explota entre nosotros. Entramos en negación: «tu no, Chris». Pero esto dura un segundo porque la inercia cómica sigue ahí, no la deja caer. Finalmente no se expone a sí mismo como un villano, pero lo hace como un tonto. Su experiencia cómica se nota al abrir esta herida emocional y transformarla en risas antes de que el publico emita juicio alguno.  Consiguiendo el efecto opuesto, hay empatía.

Con este nuevo retrato, Chris Rock parece tener algo que seguramente lo pondrá en gira de nuevo. Este regreso a la TV es un puente entre lo mejor de su pasado y lo confesional de sus emociones. Refresca su imagen y demuestra que su técnica no se corroe. Nos regala más momentos de desahogo a través del suyo. ¿Qué importa si tardo diez años? La comedia es su tamborine  y este hombre la toca como pocos.

 

 

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