Producción: Club de Cuervos, Tercera Temporada
Creador: Gaz Alazraki, Michael Lam
Año: 2017
Plataforma: Netflix

 

En 5 líneas esta temporada:

Continúa con el particular estilo de comedia

Sigue planteando problemas reales del futbol mexicano

Sigue teniendo en las interpretaciones a lo mejor de la serie

Se repite a sí misma

No se le ve el rumbo

 

 

 

No nos vamos a poner ultra críticos con Club de Cuervos, después de dos temporadas ya tenemos claro cuál es su apuesta y nos queda claro que no están dispuestos a reinventarse sino a exprimirse a sí misma hasta que eventualmente no quede nada.

El caso es, aunque te guste la serie o no la soportes, su verdadero valor radica en su capacidad de ilustrar lo que sucede en el futbol mexicano. Y es que cuando Chava Iglesias compró un equipo de segunda división recién ascendido para cambiarle la marca y convertirlos en los Cuervos y así jugar en primera división sin haber ganado el campeonato, no era para nada un trabajo de guión, pues esto realmente sucedió. En el 2013, el equipo de los Gallos Blancos de Querétaro quedaron oficialmente descendidos. Mientras que en la segunda división se jugaba el partido por el ascenso entre La Piedad y Toros Neza. La gran sorpresa fue cuando se empezaron a filtrar las sospechas de que un empresario tenía la intención de comprar a la franquicia ganadora para así regresar al Querétaro inmediatamente a primera división. ¿Les suena? Así, con un montón de compras y ventas, el equipo descendido en aquella temporada fue el San Luis, mientras que el ascendido fue el Veracruz, equipo que tiene apoyo monetario por parte del estado. ¿Les recuerda a otra cosa? Cuando el futbol mexicano está tan lleno de irregularidades, escribir el guión de Club de Cuervos debe ser una tarea sencilla.

Esta temporada otros temas sensibles son puestos sobre la mesa, por ejemplo, la eterna disputa entre los vendedores de playeras piratas y las distribuidoras oficiales; o la polémica regla 10/8 que obliga a los clubes a tener por lo menos 8 jugadores mexicanos en sus filas, mientras que los otros 10 pueden ser no-nacidos en México (aunque esta regla ya ha sido modificada a un 9/9); o el ya retratado pacto de caballeros, que le exige a un club interesado en contratar a un jugador que regresa al futbol mexicano negociar con el último club al que este jugador perteneció; o finalmente, –alerta de spoiler– la incursión de los jugadores en la política. Club de Cuervos también nos provee de los contrargumentos, lo que dicen las autoridades acerca de estos temas y nos dan una visión a grandes rasgos de como es que funciona la estructura de la liga. Aunque eso sí, se les escapa uno que otro detalle.

En esta temporada, la trama gira al rededor de la búsqueda por reestructurar a la franquicia y dejarla lo más parecida a lo que el fundador y padre Cuervo había construido. El gran problema es que a la serie ya no se le ve rumbo, aunque hay un buen balance entre Isabel y Chava, y su lucha de egos es lo que hace a esta serie llevadera, el equipo sigue persiguiendo por lo mismo: no descender, patrocinios y dinero; por lo que comienza a sentirse repetitiva. Y aunque nuevamente tenemos una excelente participación de Hugo Sánchez, por momentos es exagerada.

Aunque la serie no sea del agrado de todos, sí tiene un publico pambolero que la sigue con fe ciega y la disfruta al conocer las referencias que se plantean, así que aparentemente hay Club de Cuervos para rato. Mientras el futbol mexicano siga siendo un chiste, Club de Cuervos nos seguirá haciendo reír.

 

 

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