Producción: Cómo Cortar a Tu Patán
Director: Gabriela Tagliavini
Año: 2017
Plataforma: Cartelera

 

En 5 líneas esta película:

Tiene buenas intenciones

Tiene a un duelo de Marianas (Treviño y Burelli)

Tiene algunos actores que no deberían actuar

Es un intento de mensaje feminista con chistoretes

Es una película de drones

 

 

A pesar de tener varios años trabajando el género de comedia, aparentemente los cineastas mexicanos todavía no encuentran la fórmula adecuada para abordarlo de una forma congruente. Malos chistes –bueno, no siempre–, actuaciones mediocres y una historia intrascendente y refrita. Eso es, en resumen, Cómo Cortar a tu Patán.

La historia pone de referente el emprendimiento encabezado por Amanda (Mariana Treviño), una consultoría para deshacerse de patanes y asesorar a las mujeres que caen en apedenamoramientos. El negocio tiene éxito: hay varias clientas, o asesoradas. Pero su mayor desvelo es su hermana Natalia (Camila Sodi), quien es un imán natural de patanes con ojos bonitos y cremalleras rápidas. Un factor que rompe el esquema será Leo (Christopher Von Uckerman) pues, dentro de su condición de chavorruco vegano pro natura, plantea un panorama interesante que puede fracturar la desastrosa vida sentimental de Natalia.

Es curioso ver cómo el cine mexicano busca replicar géneros que son relativamente exitosos como es el caso de la comedia romántica. Al menos en esta cinta, hay situaciones y características que no coinciden con el entorno nacional. Y lo peor, son llevadas al extremo.  La historia peca de trivial incluso en el clásico juego de sembrarle a Natalia un excelente candidato para olvidar al cretino y que resulta en algo, supuestamente, inesperado. Sigo preguntándome si habría mujeres que gasten dinero para una asesoría que consista en cómo terminar con una relación que les resulta engorrosa y abusiva, siendo que la situación real en estos temas implica en muchos casos abusos de todo tipo, incluyendo violencia de género y hasta feminicidios. Nada de eso se trata en la cinta cuando pudo ser un excelente móvil para denunciar.

Los elementos técnicos recaen en lo kitsch medio forzado, como la exagerada escenificación de la oficina de Amanda o su propia casa, o el abuso en el recurso del drone –no hay establecimientos de escena que no inicien con una toma elevada–. Me podrán reclamar que son nimiedades y además recursos estilísticos pero si hay algo que defiende David Mamet a la hora de hacer películas es el buen gusto y lo presentado ahí es todo lo contrario.

Las actuaciones son guangas en su mayoría. El caso de Mariana Treviño se puede poner al margen del resto: la regiomontana le pone empeño y su personaje sí es entrañable, lo que no pasa con Camila Sodi, quien ha demostrado en otras películas que tiene tablas pero cuando le tocan el son de la comedia no sabe cómo bailarlo. Von Uckerman y Sebastián Zurita son un par de piedras, aunque este último procura hacer reír y se le agradece el gesto. Finalmente Mariana Burrelli, quien pese a su ínfima participación, logra permanecer en la memoria por su soltura e hilaridad y demuestra su habilidad para saltar entre papeles.

Es una pena que de nuevo tengamos que decir que la comedia romántica mexicana se queda en buenas intenciones cuando bien podría ser un parámetro. La historia tenía potencial pero no es suficiente abordarla reciclando situaciones ya planteadas en el género por otros exponentes. Pero no me crean, salgan de dudas por su cuenta. A lo mejor yo solo estoy haciendo un juicio demasiado exagerado, ¿cómo les caería que si les gusta?

 

 

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