Producción: Deadpool 2
Director: David Leitch
Año: 2018
Plataforma: Cartelera
En 5 líneas esta película:
Es una secuela con su temática recargada
Tiene coreografías locochonas de acción
¡Trae de vuelta a Negasonic Teenage Warhead!
No tiene nada relacionado con Infinity War (y que bueno)
Se le pasa la mano de chistosa
Solís ¿como que Deadpool es una farsa? Hey, chillax, antes de que prendan sus antorchas de turba permítanme explicar que la farsa, si bien no pertenece al género de la comedia, sí es un recurso para contar una historia. Cito: «la farsa pretende denunciar una realidad oculta, ignorada o controlada. A diferencia de la comedia, la farsa no siempre moverá a la risa, pero siempre conmoverá la vergüenza del espectador» (En este caso sí es de risa cuasi loca). Quedando claro el punto, procedamos a lo que nos atañe, dejando para el final el debate.
Wade Wilson, Deadpool (Ryan Reynolds), ha mantenido su oficio de mercenario-justiciero sin poner atención a las posibles repercusiones. Pero ¡al diablo las repercusiones!, felizmente cumple un año más de estar junto a Vanessa (Morena Baccarin) y han pensado dar el siguiente paso para formar una familia, pero las repercusiones llegan a golpear la puerta de su casa y en un error táctico la vida de Wade se va directo al traste en dos segundos. Lejos de esos tiempos, un hombre en el futuro ha perdido su familia; la furia de Nathan Summers (Josh Brolin) lo llevará al pasado para buscar a aquel que mató a su familia y por algún motivo –que solo los guionistas entienden– le dan una lógica cercana a la temática Deadpool.
Todo mundo ha elogiado el eje de la cinta, Ryan Reynolds, y al director del filme, David Leitch, pero los verdaderos maestros de esta farsa, al menos en una parte importante, son los escritores Rhett Reese y Paul Warnick que obtuvieron renombre con Zombieland (2009), ya que son ellos quienes al final hacen que Deadpool no se esfume en una fogata de pena ajena. Las cualidades técnicas son una constante en esta clase de películas. Hay que darle crédito a los stunts digitales, a las claves de color (pantallas verdes) y a las coreografías de buen nivel –a las que nos tiene acostumbrados Leitch–. A título personal, me da gusto que por fin le den un lugar a mis fantasías marvelitas adolescentes de Pepsi cards como a Psylocke (Olivia Munn, X-Men: Apocalypse, 2017); no se saquen de onda, ella no aparece en esta peli, y a Domino (Zazie Beetz), siendo esta última una gran adición al universo que plantean en esta línea temporal y la intérprete (conocida por su papel en la serie Atlanta) da en el clavo con su versión.
Algo que fastidia o gusta sin términos medios, es cuando Deadpool rompe la cuarta pared; inclusive en los cómics y en este tenor destaca que él es uno de los personajes que ha derrotado a Thanos, además de ser capaz de sujetar una gema del infinito… reiteramos, en los cómics. Esto lo hace aún más cercano al principio de la farsa. En la segunda entrega de sus filmes, esta condición es más perceptible, aunque busca confrontar emociones con los conflictos, lo que la hace relativamente inteligente dentro de su propio discurso. El problema de la cinta se presenta cuando hay una referencia tras otra, tras otra, de cine o música e inclusive alusiones a los personajes del universo cinematográfico de Fox en Marvel. A veces se satura de humor y cultura pop, a ratos innecesarios.
Si bien es una comedia con elementos de farsa, imagino que de antemano ya todos estamos bien conscientes de que no hay que ir con la expectativa de una cinta de cine alternativo iraní, pero sí una comedia que no se toma en serio el concepto de superhéroe y que nos recuerda que hay que bajarle a la intensidad de estos personajes, al menos en el cine.
Ojo: si hay escenas poscréditos pero no esperen revelaciones infinitas o algo que adelante que les pasó a los vengadores, aunque sí una serie de sketches bastante liberadores. ¡Al tiro con los cameos!