Producción: Dear White People
Creadores: Justin Simien
Año: 2017
Plataforma: Netflix
En 5 líneas esta serie:
Es de drama, comedia y comentario social
Sabe conectar bien su historia
Da en el blanco al construir a sus personajes
Es relevante
Por momentos muestra de más su mano
¿Estás cansado de todas esas películas y series con personajes negros estereotípicos, con diálogos claramente escritos por guionistas blancos con un diccionario de slang?, ¿con personajes tipificados que solo muestran que el protagonista blanco tiene barrio?, ¿o que si es el negro es protagonista, a pesar de que es fino y de dinero, sabe moverse en la calle y puede jugar baloncesto y tomar soda de uva?
Pues mijito aquí te tengo tu serie, sin baloncesto, sin detectives que conectan con chavos peligrosos al poder hacer breakdance, sin un héroe anglosajón y con mucho, mucho, mucho que decir ante el racismo (y no solo entre blancos y negros) en el lugar “más difícil de encontrar”: Una universidad Ivy League estadounidense con un director negro, saliendo del sexenio de Obama.
Todo empieza (al menos para nosotros) en una estación de radio donde nuestra protagonista (aunque el programa me pareció más que de protagónico, coral) trabaja haciendo un show llamado Dear White People donde critica la conducta de la comunidad blanca sobre la comunidad, por así decirlo, étnica. Todo eso hasta que una revista un tanto insensible de la comunidad blanca hace una fiesta blackface (se pintan la cara de negro para parecer, básicamente). Y ahí, todo detona para llevarlo hasta los extremos, tocando toda fibra sensible que pueda de manera episódica, con un tema, protagonista y moraleja distinta en cada capítulo (llevando una misma línea, por eso lo episódico pues).
No se los voy a negar, esta serie tiene episodios completamente plásticos, proselitistas y con agenda (no tiene nada de malo banda, todo el cine ruso empezó así), donde se ven las costuras, elementos y detonantes para hablar de todo lo que alcance en diez episodios. En la causa, el movimiento y los comités hay negrxs fresas, ignorantes, luchadorxs sociales, apáticxs y ajenxs, hay gays, un narrador con voz de negro amigable, hay líderes políticos, rayos, hasta hay un skinny white boy que empieza a meterse a este mundo de la protesta, todo para dar perspectiva y demostrar que no sólo existen los negros vándalos y ratchet que tanto salen en Hollywood.
¿Y qué les puedo decir? Hay episodios más difíciles de querer que otros, lerdos o lentos, pero no mames, hay unos muy buenos y uno realmente increíble (gracias Barry Jenkins), y ya uniéndolos como una serie puedo decir que está chida y expone realmente bien la problemática racial que vive en la cultura (y no sólo la estadounidense). Es valiente y por eso recibe mucha mierda en los foros, porque a nadie le gusta que les saquen sus trapitos.
En fin, hasta que dejemos de decirles morenitos porque nos suena muy feo decirles negros, hasta que dejemos de criticar a la gente que diga haiga y asté mientras decimos okie u holi, hasta que dejemos de decirles indios a los integrantes de culturas madre, o referirnos a su lenguaje como dialecto, hasta que dejemos de creer que los negros no existen en México y deben ser de otro lado, hasta entonces, esta serie dejará de ser actual, efectiva y extremadamente importante de watchear.