Producción: Desobediencia (Disobedience)
Director: Sebastián Lelio
Año: 2017
Plataforma: Cartelera

 

En 5 líneas esta película: 

Es la primera en inglés del cineasta chileno

Está basada en una novela

Rachel McAdams ofrece una actuación impoluta

El clímax se siente anticipado

No escapa de uno que otro cliché

 

  

 

Qué bueno que esas cosas ya no pasan, comentó un caballero al finalizar la película, y me tuve que detener un momento para cerciorarme de que ambos estábamos saliendo de la misma sala. Señor, ¿no estaba poniendo atención? O ¿de qué cosas está hablando? Porque lo que yo acababa de ver era tan actual como es relevante.

Revivir un romance del pasado es todo menos ordinario y, de hecho, me parece que justo tales eventos inspiran las historias de amor más tristes. Sebastián Lelio, a quien probablemente recuerden por Una Mujer Fantástica (2017), tiene una manera bastante delicada de contar historias duras, un estilo visual-narrativo que a ratos podría recordar a esos de Todd Haynes o Catherine Corsini, pero sin perder su propio toque personal. Es con Desobediencia que ese donaire queda completamente expuesto, hors-d’œuvre a lo que nos espera de elegir seguir de cerca a este realizador.

Pero, ¿qué es Desobediencia? Una historia de la vida real, nada más. Cuando un rabino de alto nombre muere, su hija deberá regresar a la enclaustrada comunidad judía ortodoxa en la que creció a presentar sus respetos. La gente en el poblado recuerda a Ronit por haberse exiliado de su hogar y en la calle la miran con desdén por su escandaloso estilo de vida. Esti, su amiga de la infancia, la recuerda por haber sido la primera mujer a la que amó, y en la calle la mira con la desesperación de un corazón roto. Ahora que Esti está casada con el sucesor a rabino, el regreso de Ronit es todo menos conveniente.

Rachel Weisz y Rachel McAdams interpretan a Ronit y Esti, dos mujeres que no pueden existir sin la otra: Esti representa el pasado de Ronit y todo lo que dejó atrás cuando abandonó la comunidad, mientras que Ronit representa la libertad con la que sueña Esti, lo que pudo ser si hubiera decidido marcharse. Ambas actrices son tremendas en escena, pero McAdams en especial sorprende con su interpretación, simultáneamente feroz y vulnerable. Alessandro Nivola completa este triángulo amoroso como el estoico Dovid, amigo de la infancia de Ronit y esposo de Esti, el favorito para convertirse en el nuevo rabino. Discutiblemente la mejor actuación de su carrera.

Si bien la película se toma algunas libertades creativas en relación al material de origen, en esencia el guión se mantiene fiel en cuanto a los aspectos más importantes, sobretodo la inherencia entre las protagonistas. Para lograr esto, Lelio reclutó como coguionista a Rebecca Lenkiewicz, reconocida por su trabajo en la escritura de Ida (Pawel Pawlikowski, 2013); Lelio sintió que necesitaba, más allá de una voz nativamente inglesa, una mirada femenina que pudiera aportar al guión lo que él no podía, y con Lenkiewicz consiguió justo eso.

A través del arte y la fotografía se le da vida a la pequeña localidad inglesa donde transcurre esta historia. Hendon es frío y gris e incluso a través de la pantalla uno siente que no se puede respirar libremente cuando se está ahí, lo que le da una cualidad especial a Desobediencia: lo que se muestra en la sala de cine como una ficción es sencillamente la realidad que está ahí afuera para muchas personas y, la manera en que se nos es presentada es tan tangible que la tristeza que deja es real.

Desobediencia es la historia de la vida en la que nacimos contra la vida que anhelamos tener.

 

 

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