Producción: Patriot’s Day (Día del Atentado)
Director: Peter Berg
Año: 2016
Plataforma: Cartelera

 

En 5 líneas esta película:

Está basada en hechos reales

Sabe contar su historia

Irremediablemente cae en patrioterismos

Por momentos entrega un mensaje torcido

Es fundamentalmente un mecenas de clichés

 

 

 

Después de su revisión sobre los hechos del 20 de abril de 2010, día de la explosión de la plataforma Deepwater Horizon, que causó el mayor derrame de petróleo de todos los tiempos, Peter Berg vuelve a la carga con una retrospectiva sobre otro evento de magnitud para la historia contemporánea estadounidense, el atentando al maratón de Boston en abril de 2013, con mayor énfasis en la cacería posterior de los sospechosos.

De la mano del inseparable Mark Wahlberg, más otros rostros conocidos, Berg se coloca en los zapatos de los protagonistas de las distintas etapas del suceso, desde antes que ocurran, construyendo sus roles de héroes inesperados a punto de ser llamados a combate desde una perspectiva fundada en el sentimiento, deseoso de homenajear a los cuerpos de justicia y ciudadanos involucrados en la mayor medida posible.

Hay que admitir que Berg no suele pecar de patriotero, Deepwater Horizon logra un equilibrio entre relato y documentación con la claridad suficiente para disfrutar lo narrado sin esperar un escrutinio de las implicaciones y responsables a la usanza del Michael Moore más centrado. Sin embargo, en este ejercicio le cuesta contener sus ganas de quedar bien parado de cara a la audiencia nacional, postura en función de atraer la mayor cantidad de ingresos posible. Es ingenuo asumir que una cinta llamada Patriot’s Day no va a explotar en algún punto el sentir americano con propósitos enaltecedores. Paul Greengrass logró mantener a flote una visión sensible sin caer en la demagogia con United 93, gracias a la inteligente decisión apegarse a los hechos estrictamente, sabedor que la fuerza dramática contenida en los mismos es suficiente para dar empuje emocional a la narración, reforzada por su particular estilo de contar historias en pose voyeurista.

Dicho esto, es natural pensar que eventos tan complejos de tratar como lo es un atentado terrorista son territorio idóneo para el género documental, sobre todo si se trata de un ataque reciente, gracias a la cantidad de material audiovisual disponible. El recurrente uso de videos reales del atentado y de la cobertura de prensa en Día del atentado aumenta la sospecha de que otro género tendría mejores posibilidades de exploración con mucha mayor profundidad en sus indagaciones.

La creciente paranoia y recelo hacia inmigrantes, especialmente musulmanes, así como el enardecido debate entre defensores de la privacidad tecnológica y los férreos abogados de la seguridad nacional por encima de las garantías individuales, han sido fruto de la estela dejada por los ataques al maratón de Boston, temas de gran relevancia ahora y en los años por venir; sin embargo, sería una calamidad tomar en cuenta estos incómodos tópicos cuando el mensaje real está en el amor, por el compatriota, la ciudad y por la nación, mensaje que sobre el desenlace de la cinta trata de justificar cualquier maniobra con tal de apagar el fuego del terrorismo. El amor por encima de todo, incluso de la libertad. Son tiempos complejos en la tierra del libre y el valiente.

 

 

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