Producción: La Estafa de los Logan (Logan Lucky)
Director: Chuck Lorre, David Javerbaum
Año: 2017
Plataforma: Netflix

 

En 5 líneas esta serie:

Es un simpático acercamiento a la cultura pacheca estadounidense

Tiene buena propuesta audiovisual 

Es una temporada muy breve

La comedia siempre es buena forma de iniciar un debate sobre drogas

No deja de ser un tema delicado para algunos

 

  

 

Hay que hacer una distinción muy clara antes de hablar de Disjointed, o Fumados, como la tradujeron al español mexicano. El concepto de un dispensario de marihuana es algo que está aún lejos de nuestra realidad; para que eso pueda suceder en nuestro país –con población y gobierno tremendamente ignorante en el tema– aún debe pasar algo de tiempo… y eso está por verse, ojalá me equivoque.

La nueva producción de Chuck Lorre, escritor/productor de The Big Bang Theory, Two & A Half Men y, próximamente, Young Sheldon, relata la historia de un dispensario de marihuana en California regenteado por Ruth Whitefeather Feldman (Kathy Bates), una activista muy activa en la defensa del consumo de la yerba. El local es administrado por Travis (Aaron Moten), su hijo, que es una desgracia para su jefa hippie: su educación en administración de empresas y su mente enfocada en la mercadotecnia lo colocan un poco lejos de alma del negocio. La fauna continúa con Pete (Dougie Baldwin), el cultivador de la casa quien busca la variedad extrema, la cepa omega y cuida a sus plantas con acento australiano. Luego está Jenny (Elizabeth Ho), una chica de la costa este que agrega diversidad pacheca al programa con una que otra sorpresa. Olivia (Elizabeth Alderfer), una dependiente del negocio que huyó del midwest por la epidemia de opioides y que solo quiere la tranquilidad de trabajar en un dispensario de drogas legales en California. Finalmente, Carter (Tone Bell), el hermético guardia de seguridad con una extraña condición después de algunos tours militares en Irak. Con algunos personajes secundarios como Dabby y Dank (Betsy Soddaro y Chris Redd) o la disparatada ama de casa y reciente consumidora de cannabis, Maria (Nicole Sullivan). Todos ellos conviven en el dispensario de Ruth para sanadar –invento de Ruth que mezcla ayudar y sanar– a sus pacientes.

El gran éxito de la breve comedia (tiene diez episodios con 20 minutos de duración) consiste en hacer sátira del emergente mercado de cannabis en California, rompiendo algunos estereotipos. El chiste es conseguir una risa que no necesariamente es torpe, gags raciales y de judíos o bromas donde se hace una sutil crítica a quienes están en contra del uso de la cannabis.

Vale la pena destacar las intervenciones de Nicole Sullivan, quien tiene un desenvolvimiento fluido con esta comedia. Cada vez que aparece se genera un elemento de sorpresa gracioso por no saber la reacción de esta pacheca primeriza. Otro detalle son los momentos de introspección de Carter, no hay ninguno que se repita y todos son increíblemente emotivos. Pero sus trippies abordan un tema que resulta muy complejo para los estadounidenses: el tratamiento del estrés postraumático en veteranos de guerra.

Los comerciales son un acierto a medias. Hay unos muy elaborados, otros muy simples pero graciosos, otros que están de más pero funcionan. Lo que sí es una broma letal son las transiciones entre escenas; hacia los últimos episodios son imágenes de comida, cosa que es una salvaje tortura para quien la vea con un porro encima o unos cuantos hits del bong. No es que sea obligatorio ni se incite al consumo de sustancias; tampoco se perderían algo, en teoría, si no la ven pachecos. ¿Pero qué creen? Es una serie de pachecos que puede tener un poco más sentido si la ven bajo el influjo de la yerba santa.

Disjointed se presenta como un retrato contemporáneo de una situación cercana y que puede servir como principio de un debate interesante de lo que se aproxima, para bien o para mal. Si no, que sirvan las sabias palabras del maestro Billy Hicks: “Yo creo que Dios dejó que crecieran ciertas drogas naturales en todo el planeta para agilizar y facilitar nuestra evolución”.

Y para eso hago otra aclaración: en la ficha de esta honorable publicación donde se describe este humilde golpeateclas dice “me río después de las cuatro veinte”, lo que me otorga la autoridad suficiente para hablar sobre un sitcom de marihuanos.

 

 

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