Producción: Dragon Ball Super: Broly
Dirección: Tatsuya Nagamine
Año: 2018
Plataforma: Cartelera
En 5 líneas esta película:
Está ambientada después del final de Dragon Ball Super
Retoma aspectos de otras películas de la saga
Cuenta con el doblaje original
Tiene acción basta y satisfactoria
Al parecer pretende expandir la saga
Hemos conocido toda la vida de Gokú. Desde que Son Gohan (su abuelo adoptivo) lo encontró siendo un bebé, hasta ser un adulto con hijos y nietos. A mediados del año pasado, tanto niños que conocieron al Saiyajín ya crecido, como adultos que crecieron a la par de él, reflejaban en redes sociales su inquietud acerca del desenlace de la batalla más difícil que habría afrontado el protagonista, cuyo rival esta vez era el imbatible guerrero del Universo 11, Jiren. Era obvio que Goku y compañía conseguirían la victoria porque así nos tiene acostumbrados la serie, sin embargo, ¿cómo es que aún nos podemos emocionar tanto con cada batalla?
Dragon Ball (cualquiera de sus series) sigue y seguirá estando vigente, incluso si dejan de hacer nuevas historias, como pasó antes de Dragón Ball Z: La Batalla de los Dioses (2013), cuya euforia por el regreso de los guerreros y el doblaje original propiciaría esperar con ansías la continuación de las aventuras del Saiyajin con Dragon Ball Super. La finalización de la serie trajo consigo el anuncio de una nueva película que incluiría por fin al canón a uno de los personajes emblemáticos de toda la franquicia: Broly. Las expectativas fueron grandes y no decepcionaron.
Escrita por Akira Toriyaman y dirigida por Tatsuya Nagamine, Dragón Ball Super: Broly retoma aspectos de otras cintas para reconfigurar el contexto de la serie. Una de ellas es Dragon Ball Z: Bardock, el padre de Gokú (1990), donde a través de una especie de prólogo, que pareciera un poco largo para serlo pero algo corto para contextualizar sin prisas la extinción de los Saiyajín, se nos muestra el ascenso y motivaciones de Freezer, así como esclarece algunas situaciones tales como la madre de Goku y la sobrevivencia de otros Saiyajín, además de Vegeta, cuyo caso es el del otro hijo de Bardock, Raditz; el antiguo cómplice el príncipe Saiyajín, Nappa; y, el del personaje en cuestión, Broly y su padre Paragus.
El gran acierto de esta nueva película es justo la humanización del que por esta vez es el personaje principal. Me refiero a Broly. Se trata de una batalla más para Gokú y Vegeta, pero en general la historia como tal es acerca de personaje del título, a quién se humaniza alejándolo de ese villano unidimensional de aquella película de 1993, Dragon Ball Z II: Broly, el legendario súpersaiyajín y sus secuelas menos afortunadas. Broly es una víctima de su don, despreciado por su propia raza y explotado por su padre, se ve a un Broly inocente y con otras motivaciones además de destruir. Ya no parece ese un salvaje animal con ganas de matar, sus diálogos son más recurrentes, aunque la perdida de consciencia al momento de pelear sigue estando ahí presente como una de sus características más interesantes.
Está claro que Toriyama quiere volver la serie en un producto más familiar. Siguiendo con la línea de Dragon Ball Super, la violencia es menos explícita. No se muestra una gota de sangre, sin embargo, eso no quita lo impresionante a las secuencias de acción a la que tanto nos tiene acostumbrados la marca. El humor, de igual manera, es ligero y efectivo: el hecho de ver a Vegeta haciendo el tonto o siendo condescendiente siempre será una divertida curiosidad. Los villanos ya no son precisamente villanos; ni siquiera Freezer, quien es el causante de los problemas, se siente como un peligro por sí mismo. Conserva incluso la simpatía con la que lo recordamos al final de Súper.
La primer película bajo el nuevo sello de la franquicia es una de las mejores de todo Dragón Ball. Tendrá sus fallas, principalmente en pequeños detalles de la animación, aunque eso no le resta mucho. Cualquier fan de cualquier edad, sea clavado o no, se sentirá satisfecho (el fan service no falta). Podremos decir que no presenta nada que no hayamos visto antes, que es obvio el desenlace; lo cierto es que muchas veces importa más el proceso que la meta. En eso, quizá, radica lo vigente de la serie: en el mensaje casi motivacional de siempre autosuperarse y en poner la amistad por encima de la violencia; ya lo vimos con Vegeta y Piccolo, y al parecer con Broly se expandirá la historia y la familia de Dragón Ball.