Producción: Dunkerque
Director: Christopher Nolan
Año: 2017
Plataforma: Cartelera

 

En 5 líneas esta película:

Está basada en un evento histórico

La elección de elenco es interesante

Tiene buenos efectos especiales

El clímax se pierde entre tanta explosión

Los personajes carecen de profundidad

 

 

 

No me gusta Christopher Nolan. No me gustan sus películas, no me gustan sus fanboys, no me gusta su impacto en Hollywood. Si tras leer lo anterior aún te apetece continuar, más por curiosidad que por enojo, adelante. Nos vamos a divertir.

Corre el año 1940. Los Aliados montan una operación para evacuar a la fuerza británica de la costa de Dunkerque, en la que la mayor parte de su ejército ha quedado replegado. Un fragmento de la guerra visto desde tres perspectivas (cielo, mar y tierra), eso es Dunkirk.

Tras su reciente estreno internacional hay quienes se adelantan un par de pasos y la nombran ya como la mejor película del año. Unos más atrevidos se han referido a ella, incluso, como la mejor película desde Ciudadano Kane. En lo personal, yo ni una ni otra, y tampoco lo contrario. Dunkirk es una película más para acompañar con un combo cuates en el cine. Y nada más.

Pero ¿qué tiene de especial esta película que tiene locos a críticos y audiencia? ¿Es el simple fanatismo ciego hacia un director que se ha consagrado como una figura, o genuinamente hay algo detrás del escrita y dirigida por Christopher Nolan? No es pregunta retórica, ¡genuinamente me gustaría que alguien me dijera!

Con un elenco que va desde el inigualable Kenneth Branagh, hasta el new kid on the block Harry Styles, la verdad es que los personajes parecen lo menos importante. Las explosiones, su aspecto visual y sonoro, tienen mayor relevancia. Pero —¡oigan!— es interesante que la película esté montada con efecto especiales y no con efectos visuales. Hoy en día no se ve mucho algo así, en especial en películas de gran presupuesto.

Visualmente la película gana fuerza, pero tampoco es algo que jamás antes se haya visto: Los colores sobrios para describir la condición de guerra son adecuados, pero adolecen de cualquier adjetivo más allá de buenos. La fotografía hace lo suyo en su gran formato, así como lo hace la de los documentales de ballenas asesinas que, de vez en vez, se proyectan en los planetarios locales y que nos logran impresionar por su calidad y nitidez.

El guion, aunque tampoco es la gran revelación de la temporada, está construido de modo que, como ya anteriormente se dijo, se cuenta la historia desde tres espacios distintos. Lo interesante aquí es que no solamente es la ubicación estratégica desde la cual se está viviendo la acción, sino también el cuándo. Los eventos en tierra transcurren a través de una semana, mientras que lo que vemos en agua lo hace en un único día, a la par que lo que pasa en el aire es sólo una hora. Una estructura muy inteligente, algo que maneja muy bien este director en particular, si recordamos películas como Memento.

Dunkerque no es la mejor película de la historia. Ni la peor. Tampoco es la mejor película de Nolan. Ni la peor. Es una película… Y ya.

 

 

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