Producción: Forušande‎ (El Cliente)
Director: Asghar Farhadi
Año: 2016
Plataforma: Cartelera

 

En 5 líneas esta película

Es de drama

Es de historia sencilla pero punzante

Tiene buenas actuaciones

Tiene buen desenlace

Se toma su tiempo en avanzar la historia

 

   

 

Asghar Farhadi es un sujeto privilegiado. El director ha conseguido, desde un entorno primordialmente hostil, un palmarés de reconocimientos, y se ha posicionado dentro de la industria del cine en Irán y el mundo como un director de abolengo. Pero no todo es suerte, el realizador ha sabido desarrollar una carrera basada en su astuta precisión para desarrollar historias que diseminan a la sociedad persa a través del estudio de las relaciones entre individuos de clase media, lejos de la polémica y la política.

El Cliente trata sobre un matrimonio conformado por dos actores, el cual comienza a sacudirse después de que la esposa es atacada dentro de su departamento por un sujeto desconocido; su esposo comienza una cacería personal en busca de la identidad del atacante, sin medir las consecuencias provocadas por sus deseos de venganza. La cinta es una nueva exploración de los recovecos oscuros de la sociedad, en este caso tomando como entorno ese sueño iraní del cual Farhadi es participante; ejercicio que tanto gusta a los estadounidenses, habituados a las narrativas desmitificadoras de su propio sueño nacional. Tal es la fascinación de los norteamericanos que le otorgaron al iraní su segundo Oscar a mejor película extranjera el mes pasado, después de haber subido al estrado por primera ocasión en 2012, por Una Separación.

En ambas cintas, estamos ante el progresivo desmoronamiento de las relaciones maritales debido a agentes externos que contraponen las emociones e intereses de los personajes involucrados, quienes entran en conflicto debido a uno de los temas fundamentales de la obra de Farhadi: la falta de comunicación. En el caso de El Cliente, todo comienza cuando Rana y Emad se mudan a un departamento cuyo casero pertenece a la misma compañía teatral, y que está reacio a compartir información sobre la anterior inquilina, información que a la postre provocará la presencia de un visitante no deseado y termina atacando en la ducha a la esposa.

La pareja adopta posturas contrarias respecto a cómo lidiar con el problema, sin que exista un punto neutral de negociación, debido a la frustración de Emad y el miedo de Rana. El proceso desmembrador al cual son sometidos es intercalado con la puesta en escena de la obra Muerte de un Viajante de Arthur Miller, obra crítica del sueño americano en la que ambos participan y que coloca en perspectiva la ilusión rota de sus protagonistas, especialmente de Emad. Esta imposibilidad de obtener una catarsis lo empuja a moverse por terrenos cada vez más oscuros  que trastornan su sentido de la justicia y elevan la tensión de la historia hasta niveles de mucha intensidad hacia el tramo final.

Se trata de un relato efectivo, dominado por el buen hacer de Farhadi como autor y director, quien mantiene su estilo directo y lejano a cualquier malabar visual, gracias a la solidez del guión, así como por las interpretaciones de Taraneh Alidoosti y Shahab Hosseini. Un drama de los buenos.

 

 

 

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