Producción: El Irlandés
Dirección: Martin Scorsese
Año: 2019
Plataforma: Netflix

 

En 5 líneas esta película:

Está basada en el libro I Heard You Paint Houses

Tiene buen reparto

Trata sobre el paso del tiempo

Cuenta con el sello de Martin Scorsese

Su larga duración puede espantar a más de uno

 

   

 

Martin Scorsese es un director prolífico, pero también un entusiasta de la literatura, la música y la historia. Cuenta con una fundación que ayuda a la preservación fílmica mundial (en México se estrenó este año su restauración de La Dulce Vida de Fellini) y ha realizado números escritos y documentales sobre la historia del cine.

Recientemente su columna para el New York Times causó revuelo por sus afirmaciones sobre el cine de superhéroes. Pero más allá de la polémica, el director planteaba una serie de interesantes reflexiones sobre el cine mismo, dando cuenta de que es, en todo sentido, un estudioso del séptimo arte.

Su más reciente cinta, El Irlandés (2019), tuvo un estreno limitado en salas de cine independientes previo a su llegada a la plataforma Netflix, la cuál seguramente apostará al trabajo del neoyorquino para la próxima temporada de premios. En ella adapta el libro I Heard You Paint Houses (2004) donde el investigador Charles Brandt cuenta la vida de Frank Sheeran, un irlandés veterano de guerra que entra a la mafia italiana de Filadelfia durante su tiempo como camionero sindicalizado.

La duración del metraje alcanza las tres horas y media, y aunque eso espante a más de un despistado, lo cierto es que no es la primera vez que Martin, o alguien más, realiza una cinta de tal duración. Desde los inicios del cine, D.W. Griffith, el padre del lenguaje cinematográfico, realizó Intolerancia (1916) con una duración de cuatro horas, y posteriormente con la llegada de la televisión, las cintas épicas como Ben Hur (Wyler, 1959) o Espartaco (Kubrick, 1960)se producían con la finalidad de ofrecer una experiencia cinematográfica difícil de lograr con el formato de la pantalla chica, como una extensa duración.

Scorsese es confeso fanático de este cine épico y extenso y ha realizado por lo menos ocho o nueve del doble de duración de cualquier otra cinta en cartelera. Ello habla de su necesidad de narrar historias complejas, que se alimenten a detalle y ofrezcan una visión que es la suma de todas sus partes. También ha trabajado para la televisión y conoce el formato que le ofrece, pero El Irlandés no es el caso.

Al igual que en cobras como La Última Tentación de Cristo (1988), El Lobo de Wall Street (2013) o Silencio (2016), es el final de sus obras el mayor acento y cohesionador de todos los elementos mostrados en pantalla. El Jesús en la cruz a punto de ser crucificado, el conferencista derrotado, el sacerdote que muere en silencio como penitencia y prueba de su fe y aquí, el anciano preparado para aceptar la muerte y eximir sus errores.

En esencia, El Irlandés no trata sobre un grupo de mafiosos, ni sobre un periodo de la historia norteamericana, ni sobre un asesino a sueldo, trata de un anciano que vive en un mundo que ya no le corresponde, que ha movido la página a todo lo que alguna vez significó algo en el mundo que conoció; nos habla sobre el crepúsculo de la vida y la decrepitud, el arrepentimiento y el perdón.

En ese sentido también encuentra mucho en común con El Ciudadano Kane (1941) de otro erudito de las artes, Orson Welles. El Frank Sheeran de Scorsese retoma sus memorias en un soliloquio que cuenta al espectador de la misma manera que el periodista intenta descifrar el misterio del Rosebaud de Charles Foster Kane, a partir de su vida y las personas que le conocieron. Ambos personajes cuentan con un secreto que ha marcado el final de sus días y que han decido llevarse a la tumba.

De ello deviene la larga duración del metraje y la intención de que ocurra todo en una sola sesión y no en un formato seriado. En el fondo esa misma duración propone al espectador el sentir del paso del tiempo, la soledad, la ansiedad y la desesperación de quien confiesa frente a nosotros sus más grandes crímenes y nos pide perdón por lo que ha sucedido.

¿De qué nos habla esa necesidad de historias extensas? Si comparamos la profundidad temática de un cuento frente al de una novela, la segunda cuenta con una mayor extensión por la propia naturaleza de sus formas. En el cine ocurre algo similar, la mayoría del cine que conocemos, que ronda entre la hora y media y las dos horas, cuenta con una historia menos detallada que una de tres, cuatro o más horas.

El cineasta es, a todas luces, un romántico, como Welles, de las artes y el cine clásico y cuenta de ello es la reciente declaración de Al Pacino, actor que colabora por primera vez con el director, donde llamo a Scorsese un hombre del renacimiento y tiene sentido que, entonces, muchas de sus películas sean mejor entendidas como novelas de largo aliento que como cuentos que pueden ilustrarse de manera más precisa.

Basta con ver que las adaptaciones literarias usualmente dejan de lado un sin fin de pasajes con la intención de una menor duración ¿con qué sentido? Pues pareciera que es una cuestión de normatividad de la industria mas no una persecución artística, pues Scorsese demuestra lo poderosas que pueden ser las historias audiovisuales de gran duración.

Resulta interesante que si en su momento las historias épicas hayan regresado a los espectadores a las salas, ahora al colaborar con Netflix, el cineasta proponga de vuelta esa discusión, desde una trinchera diferente: la posibilidad de acceder al contenido desde una sala o desde la comodidad de su hogar. Conociendo al apasionado Martin, preferiría la experiencia cinematográfica, pero da gusto saber que está consiente del momento en el que se encuentra, pues al igual que Frank, el cineasta reflexiona sobre su paso por el mundo.

 

 

add_filter( 'the_title', 'max_title_length');