Producción: El Círculo (The Circle)
Director: James Ponsoldt
Año: 2017
Plataforma: Cartelera

 

En 5 líneas esta película:

Es de drama

Aborda el tema de la tecnología en la relaciones humanas

Tiene caras conocidas

Es ingenua e incongruente

Desaprovecha su premisa

 

 

¿Alguna vez viste Black Mirror?, la serie antológica de la BBC creada por Charlie Brooker, cuya temática es nuestra relación con la tecnología en un futuro no tan lejano, desde una visión mordaz y hasta pesimista. La serie deja momentos de intensidad y buena intriga para sacudir la cabeza. Pues bien, El Círculo es como un episodio de Black Mirror, si la serie fuera producida por Televisa y se emitiera a las 18:30 por el Canal de las Estrellas… sí, así de chafa.

Bienvenidos a El Círculo, compañía tecnológica liderada por la fantasía del geek más perturbado: una pareja conformada por remedos de Steve Jobs (Tom Hanks) y Bill Gates (Patton Oswalt), conviviendo en plena armonía, ¿qué se le puede escapar a semejante alianza? prácticamente nada. A través de productos como TrueYou (versión de Facebook en esteroides), la compañía posee mucho poder, además, es el mejor lugar del país para trabajar, gracias a una filosofía laboral que evoca a las mayores comodidades que se puedan imaginar sobre el estilo de vida en Silicon Valley.

A este paraíso, donde todos los empleados son tan radiantes que te fastidias al instante, llega Mae (Emma Watson), una chica sencilla pero con grandes sueños, quien ingresa a trabajar en atención a clientes, pero que encontrará la manera de escabullirse dentro de la oficina del CEO, codearse con el fundador de TrueYou (John Boyega) y descubrir los secretos planes de expansión de la empresa en menos tiempo del que toma leer un tweet. Es tan meteórico su ascenso que poco tiempo tarda en llamar la atención de los líderes de la compañía, debido a un accidente que ella sufre mientras practica kayak, sola, de noche, en el mar, con un kayak robado… claro que la chica tiene potencial.

Mae acepta la propuesta de formar parte de SeeChange, proyecto que usa cámaras del tamaño del ojo humano, capaces de grabar, almacenar y transmitir cualquier cantidad de información del entorno donde son colocadas, de forma ininterrumpida. Ella decide ser la primera persona en llevar una cámara de forma permanente, no estoy seguro del por qué, pero vaya que el rol de celebridad le cae de perlas. Sin embargo, tanta exposición tiene un precio, y Mae contempla la inevitable enajenación de sus padres, compañeros laborales, pero sobre todo, el trágico desenlace de su relación con Mercer, amigo de la infancia, interpretado por Ellar Coltrane (sí, el chico de Boyhood) quien sorprende por tener un rango de expresión aún menor que el de la protagonista.

A pesar del penoso argumento, que aborda el tema de la privacidad y el manejo de información personal en la era digital con la profundidad de una publicación en Snapchat, lo mejor es su conclusión, oportunidad para que Mae revierta sus errores con aura de mesías millennial, y nos lleve a todos hacia la luz de la conciencia, gracias a una maniobra final con un mensaje tan entusiasta como incongruente, pero si Emma te dedica esa sonrisa suya, nada has de temer, hijo mío. Ve en paz.

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