Producción: Annihilation
Director: Alex Garland
Año: 2018
Plataforma: Netflix

 

En 5 líneas esta película:

Trata de revitalizar el género de la ciencia ficción

Visualmente es peculiar y absorbente

Es contada por medio de flashbacks

No es una película de personajes, sino de conceptos

Es ambiciosa, pero demasiado ambigua

 

  

 

Alex Garland juega a ser Tarkovsky, sin renunciar a influencias más contemporáneas que van desde los videojuegos hasta Avatar (Cameron, 2009), para ofrecer Annihilation, una mezcla de varios elementos clásicos del género con una postura tan ambiciosa como complicada. La historia gira alrededor de un grupo de científicas, entre las cuales sobresale Lena (Natalie Portman), que se embarcan en una misión suicida dentro de un área afectada por el impacto de un meteorito, cerca de la costa estadounidense. Aquél fenómeno ha transformado el ambiente circundante en formas que desafían todo lo que percibimos como real, sin que nadie pueda ofrecer una explicación o una forma de contención para una burbuja que no deja de expandirse.

La razón por la cual Lena forma parte del grupo es porque su esposo Kane (Oscar Isaac), un militar que hasta el momento ha sido el único en poder entrar y salir con vida de la zona (que las autoridades llaman the shimmer –el brillo–), no parece ser la misma persona que entró y su vida peligra por la misma razón. Lena ahora busca respuestas que puedan dar una explicación al estado de su cónyuge, así como proveerle un sentido a su propia experiencia. The shimmer actúa como un prisma, refractando no solo la luz, sino el ADN de todo ser vivo dentro de sus límites, creando toda clase de mutaciones.

Al inicio de la historia, Lena, que es bióloga docente, utiliza en clase una lección sobre la separación de células, aplicado al estudio del cáncer, como el medio fundamental para la supervivencia. Esta declaración de intenciones, así como un anuncio de lo que ha de venir en términos narrativos, es el motor conceptual de una película, que parece abrazar la idea de la destrucción como forma de creación. Este concepto ramifica ideas, como el seguimiento de impulsos autodestructivos marcados desde nuestra construcción celular, la inevitabilidad del cambio y la dualidad inherente en nosotros y nuestro entorno; estas a su vez son reflejadas físicamente dentro del prisma a través de mutaciones salvajes.

The shimmer puede ser comparado con un tumor que se va extendiendo, transformando todo a su paso: esta visión luce trágica, sin embargo, parece contradecirse hacia el final de la historia. El desenlace presenta una postura más neutral y profética respecto a la naturaleza de los hechos narrados a manera de flashbacks por la protagonista, en la cual una forma de vida nueva se prepara para reemplazar a una obsoleta, a manera de prólogo. Esta secuencia es similar a la obra previa de Garland, (2014), en la que una inteligencia artificial se prepara para abordar su rol como un ser superior dentro de una especie destinada al fracaso, debido a su soberbia, ingenuidad e impotencia para adaptarse.

Annihilation no es una experiencia sencilla para el espectador, en realidad puede ser bastante frustrante. Lo mejor del espectáculo es el aspecto visual, sin duda absorbente y llamativo por su rareza y exótica belleza, así como los esfuerzos de Garland por explorar sus ideas de distintas formas, ya sean analogías o planos construidos con mucha intención; por otro lado, su ritmo es bastante lento para el género y al enfocarse tanto sus conceptos, la película deja de lado a sus personajes, bastante planos en general. Pero bueno, todo se soporta gracias al voto de confianza hacia su director, esperando que la revelación final haga que todo lo narrado haga cohesión al final. Esta redención desafortunadamente no sucede, provocado por un clímax francamente simplón, seguido por un desenlace tan abierto como confuso, que puede ser analizado pero que no deja de causar controversia por su deliberada ambigüedad.

Al final, Annihilation mimetiza la experiencia de los personajes no solo dentro del prisma, sino fuera de el, hacia el exterior de la pantalla, pues la película misma se percibe como un ser de altas aspiraciones, que combina lo mejor que ofrece una visión interesante llena de ambición con la imposibilidad de concentrar todo su potencial en una forma consumada y menos indulgente.

 

 

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