Producción: Las Tinieblas
Director: Daniel Castro Zimbrón
Año: 2016
Plataforma: Cartelera

 

En 5 líneas esta película:

Cabalga entre el terror y el suspenso

Tiene buenas actuaciones

Tiene buena fotografía

Tiene un excelente diseño de arte

No tiene un final claro

 

   

 

El cine mexicano atraviesa un momento interesante y revitalizante, donde coexisten cintas taquilleras, usualmente remakes de cintas extranjeras, de comedia fácil y fórmula; y por otro lado el radical cine independiente de bajo presupuesto, de producción sencilla pero con discurso denso, que lo llevan a darle la vuelta a los mejores festivales.

El punto medio es un área gris explorada solamente por valientes que buscan un cine de altos estándares visuales, narrativos y discursivos, pero que también buscan capturar al público. Las Tinieblas (2016), segundo largometraje del egresado del CCC, Daniel Castro Zimbrón es un claro ejemplo de ello. Fue filmada en El Chico, en el estado de Hidalgo y cuenta con las actuaciones estelares de Brontis Jodorowski, Fernando Álvarez Rebeil, Aliocha Sotnikoff y Camila Robertson.

En este mundo posapocalíptico toda la vida en la tierra está pausada. Una familia de cuatro, que carece de la madre, se esconde en el bosque donde también habita una criatura misteriosa, por lo que los hijos no tienen permitido salir sin la presencia del padre. Luego de que el más grande desaparezca, Argel, el de en medio, decide investigar el misterio que rodea a su cabaña, el sótano, el bosque y su propio padre.

Aunque se publicitó como una cinta de terror, la verdad es que la cinta le tira más al suspenso con grandiosos momentos de tensión, sin abusar de recursos visuales evidentes y llena de sugerencias y metáforas, que la hacen una cinta incluso surreal.

Castro Zimbrón nos habla del miedo a crecer, las figuras paternas, el duelo y la pérdida y el miedo a lo desconocido. Es una cinta que nos hace evidente el miedo hacia el miedo, aunque los caminos que toma para llevarnos a esa conclusión son confusos y espesos como el bosque que nos muestra con la fotografía de Diego García, el también  responsable de Buey Neón (Mascaro, 2015).

Argel se enfrenta a una confusión porque en su corta experiencia, se da cuenta de que la realidad es un entramado complejo, que no se resume a una simple y única verdad, donde el crecer se trata de averiguar sus matices. El miedo que lo consume forma parte de quien es, está en todos lados: en el bosque, en su casa, reflejado en su padre, en el sótano. Pero todo es un mero engaño de la percepción, del nervio que surge al llegar la adolescencia. Zimbrón se preocupa por mostrarnos esa perspectiva en la atmosfera, en la fotografía y en el arte de la cinta, aunque también nos regala misterios y cabos sueltos de manera deliberada.

Las Tinieblas es una historia incompleta, una experiencia complicada que estira el nudo en la garganta y termina por exigir que el espectador llene el rompecabezas. No tiene un final claro y no se preocupa en lo más mínimo por los cierres, pues son esas puertas abiertas la que la hacen tan espeluznante. La película se une a la historia reciente de mundos posapocalípticos pero de una forma más simple y al mismo tiempo se une a otro tipo de películas donde el encierro es un leimotiv, como en la clásica El Castillo de la Pureza (Ripstein, 1975) o en más recientes como Vírgenes Suicidas (Coppola, 1999) o Canino (Lanthimos, 2009).

Es quizá una de la obras más interesantes de los últimos años de cine mexicano, que se lleva de maravilla con Táu (2012), su predecesora y ópera prima de su autor, que por cierto inicia una trilogía con ésta y una venidera. Es cine mexicano de calidad, de excelente factura y de discurso poderoso, que te da todo y al mismo tiempo muy poco. Un cine mexicano que es necesario y que, gracias a los dioses del cine, está tomando fuerza.

 

 

add_filter( 'the_title', 'max_title_length');