Ya para estas alturas los fans de Game of Thrones sabemos que no nos queda más que aceptar al costo lo que es esta octava y última temporada. Y al costo es una frase tal vez un poco perspicaz, ya que el rumor era que gracias a que íbamos a recibir un alto valor de producción y de impacto visual, la temporada se iba a tener que reducir casi a la mitad. Bueno, pues eso nos haces mucho sentido, ya que pareciera que el hilo de la historia se viene saltando un capítulo entre cada uno que vemos en la tele.

Ya estamos un poco entrados en calor para andar bailando alrededor de los temidos spoilers, así que si no han visto el episodio, paren aquí.

El gran giro de la historia, el cual venía siendo telegrafeado desde el inicio de la temporada, finalmente se dio: Daenerys Stormborn, de la casa Targaryen, Primera de su Nombre, Rompedora de Cadenas, Madre de Dragones, etc. etc., se volvió loca y acabó con King’s Landing. Todo King’s Landing: el palacio, la ciudad, el millón aproximado de habitantes. Todo. ¿La razón? Que su sobrino no le quizo dar un beso, que Sansa corrió el chisme que de que ella no es la heredera, que nadie en el oeste la quiere. Y toda una serie de pequeñísimas razones que cuando se le juntan no forman más como un todo. Pareciera ser que la razón de mayor peso es que tenía hambre.

Es decir, esa misma persona que hace tres capítulos le sonreía a Sansa tomándola de la mano, brillando de amor, ahora cometió un genocidio que va absolutamente en contra de todo lo que el personaje representó por más de seis temporadas.

Dada la historia de enfermedades mentales de su familia –Varys lo sabía–, no está del todo descabellado que este personaje terminara donde terminó. El problema es que esa progresión de héroe a villana se dio con la misma cadencia que se dio el final de los White Walkers: de volada e interrumpidamente. Repetimos, aquí tal vez la falla no es el final, sino el camino, el cual a estas alturas parece inexistente.

Así entonces, esta vitoreada última temporada de nuestra serie favorita se siente como el premio de consolación de último minuto a raíz de la cancelación de la serie; como si la elección hubiera sido terminar la serie de tajo, dejarla inconclusa, o cerrar los arcos como se pudiera en seis capítulos y listo.

Aplausos para el Cleganebowl, que fue de las pocas cosas que llegó a buen puerto(¿alguien más vio a Darth Vader representado?) y de lo mejor de un episodio que en aislamiento no es para nada malo. Nuestro sentido pésame para una Cersei que tuvo cuatro líneas esta temporada y un final bastante anticlimático para todo lo que representó a lo largo de la serie (al parecer los videntes en Game of Thrones tiene la misma valía que los videntes en la vida real: ninguna).

A como están las cosas, en el último episodio, o las cosas van a evolucionar a la velocidad de la luz, o nos vamos a quedar con uno de los desenlaces más inconclusos de la historia.

 

 

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