Producción: Hedi (Amor y Libertad)
Director: Mohamed Ben Attia
Año: 2016
Plataforma: Cartelera

 

En 5 líneas esta película:

Es de drama

Es de ritmo sutil y sensible

Tiene buen elenco

Es de una historia convencional

Tiene un desenlace anticlimático

 

  

 

La ópera prima del cineasta tunecino Mohamed Ben Attia narra la historia de Hedi, un joven de 25 años que trabaja como vendedor de automóviles, vive con su madre y se encuentra en vísperas de contraer matrimonio; sin embargo algo no está bien en su vida, desde el primer momento podemos atestiguar la profunda apatía con la cual transcurre su existencia, alimentada por la manipulación de su madre quien le ha puesto casa junto a la suya, toma las decisiones por él y hasta ha arreglado su casamiento. A una madre problemática se le suma la indiferencia de un hermano mayor que ha emigrado a Francia  y un trabajo tedioso que lo mantiene miserable.

La vida del callado Hedi se mueve dentro de un adormecimiento profundo hacia todo lo que le rodea, siendo identificable solo una afición que lo conmueve: el dibujo, actividad a que le dedica sus ratos libres e incluso horas de trabajo en las que no está bajo supervisión. Hedi descarga sus inquietudes en papel, ya que su propia introversión le impide hacer frente a su recia e impositiva madre; su progenitora es de intenciones más nucleares, motivadas por la negación hacia la soledad que se avecina, después de la muerte de su esposo y la migración de su otro hijo.

Ambientada en un tiempo posterior a los sucesos de la revolución de los jazmines, Ben Attia parece utilizar a sus personajes para generar una metáfora sobre el derrocamiento del régimen de más de 20 años que terminaría por producir el efecto dominó que consolidó la Primavera Árabe, pero desde un enfoque sensible e individualista. En la vida de Hedi, el punto de inflexión ocurre a pocas semanas de contraer matrimonio, cuando conoce a Rym, una guía de turistas que despierta una chispa dentro del protagonista y le hace abrir los ojos hacia nuevas perspectivas; lo reencuentra con sus propios deseos y sueños, sin posibilidad de dar marcha atrás.

Mientras la relación entre Hedi y Rym florece, todos los vínculos previos se desmitifican y varios quedan destinados a desmoronarse inevitablemente. Sin embargo, no nos encontramos frente a una historia de enamoramiento tanto como una de amor propio, posición manifestada en la última escena de la película, en un giro relativamente inesperado, después del constante coqueteo del director con las convenciones del romanticismo puro.

Después de la celebración viene el momento de reflexionar y Ben Attia ahora contempla los vientos de cambio con más mesura que excitación, sabedor de que ante un panorama desconocido también se presenta la incertidumbre y el desafío de encontrar la fuerza necesaria para comenzar de nuevo, por lo que el sentimiento también debe dejar lugar a la razón para reconstruir el futuro de forma sensata y equilibrada, mensaje que puede aplicarse en el individuo como a una nación entera.

 

 

 

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