Producción: House of Cards, Quinta Temporada
Creador: Beau Willimon
Año: 2017
Plataforma: Netflix

 

En 5 líneas esta serie:

Continúa con la historia que se ha venido construyendo

Le entrega una prominencia aún mayor a Claire Underwood

Regresa a sus raíces de sangre fría

Es el final de un ciclo y el inicio de otro

Es de larga duración

 

    

 

Cuando House of Cards tuvo su gran estreno, inmediatamente conectó con los espectadores. Mucho tuvo que ver el morbo de ser testigo tras bambalinas de la suciedad de la política norteamericana (para efectos dramáticos, análoga a la de cualquier latitud). Por otro lado, tal vez fue el recurso narrativo de ver a un cínico cerdo político hacernos su cómplice, o quizá éramos una víctima de secuestro cuya tortura era tener que presenciar cuanta cochinada hacía este individuo tras la fachada de la representación popular. Todo un deleite.

Más allá del caso moralista, House of Cards era buen drama y buen suspenso; novedoso, bien dirigido, con un intro para la historia y grandes personajes. Pero al cabo de cuatro temporadas (las cuatro pasadas) mi opinión siempre fue que la fórmula estaba gastada. ¿Cuántas veces más podríamos ver a Kevin Spacey meterse en los mismo problemas y salirse de la misma forma? Pero, de pronto, sucedió algo mágico, de esas cosas que pasan más de lo que nos damos cuenta, pero que cuando en verdad sucede, se siente como un lapo en la nariz: la realidad superó a la ficción.

Donald Trump es un personaje desagradable, excepto si se es de esa pequeñísima porción de la población mundial que es de su misma estirpe. Por motivos que podría elaborar con un café mediante, su servilleta estuvo bastante enterado de la elección norteamericana, lo que provocó en mí un profundo asco, no solo por la política en general, sino por aquél personaje sucio e inescrupuloso al que comúnmente llamamos político. Cuando se estrenó la quinta temporada de House of Cards, lo primero que corrió por mi cabeza fue: «ni de coña». ¿Por qué carajos me iba yo a sentar a ver la ficcionalización de algo que estamos sufriendo en carne viva? ¿Qué nos va a contar Frank Underwood que no estemos viendo en las noticias? Mas allá de las exageraciones partidarias, yo era de la ferviente opinión que House of Cards estaba liquidado.

No obstante yo no contaba con Beau Willimon, creador de House of Cards (versión EEUU), y quien odia aún más que yo al orange führer.

La quinta temporada de House of Cards sabe que Donald Trump quedó electo. Y eso es importante no solo por todos esos momentos donde Willimon utiliza, como el medium más irónico pero también más acertado, a Frank Underwood, para echarle en cara a la Unión Americana la elección que acaban de tomar. Y lo hace de forma explícita, elocuente y evidente. Pero también el escritor y productor sabe que la serie ya no puede sobrevivir de lo mismo que antes –al menos no del todo–. La quinta temporada de la serie mantiene sí, esos recovecos de amenazas, negociaciones y morales endebles que ya conocemos; empero también mantiene esa jauría de personajes que parecen ser más inteligentes, más fríos y más calculadores que todos nosotros, aquellos que tienen el acceso al poder del poder. Y también la serie mantiene ese nivel de zurcido fino, aquél que hace de House of Cards la ÚNICA serie de Netflix que se justifica más allá de los ocho episodios; cada minuto de cada capítulo se siente útil para justificar algo que va a suceder más adelante. Pero, la maniobra maestra, el verdadero quiebre en la narrativa, igual de explícito y evidente, es el que se toma en favor de Claire Underwood, interpretada por la toda poderosa Robin Wright.

La razón por la que decidí darle una oportunidad a esta quinta temporada, además de que al parecer nadie en Bollo Negro es fan de la serie, es que fui a ver Wonder Woman, y necesitaba más de Robin Wright. Y vaya que encontré lo que buscaba.

Darle todo el poder a este personaje no solo es la dirección correcta para la serie, es la respuesta perfecta a los tiempos que estamos viviendo. Es el revés cruzado a la derecha recta (à la Federer) del argumento que a House of Cards lo alcanzó la realidad. Yo no podría estar más feliz, y cualquier espectador que se cruce con esta serie, tampoco.

Para la sexta temporada, lo que podemos esperar es una batalla en el cuadrilátero por le campeonato de los pesos pesados.

 

 

 

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