Producción: Jessica Jones, Segunda Temporada
Creadora: Melissa Rosenberg
Año: 2018
Plataforma: Netflix

 

En 5 líneas esta temporada:

Por momentos pareciera un thriller

Tuvo a una directora distinta cada episodio

Tiene un gran desarrollo de personajes con buenas interpretaciones

El vacío que dejó Killgrave es difícil de llenar

La trama se extiende demasiado

 

 

 

Algunos de nosotros estamos convencidos de que el cine de superhéroes si bien no está muerto, sí está agonizando. Cuando el universo de Marvel se expandió a Netflix tuvimos la certeza de que habría intentos por mostrarnos algo distinto. Qué gran bocanada de aire fresco fue la primer temporada de Jessica Jones. Sin embargo, a tres años del estreno de su primera temporada, con incontables películas y series de superhéroes después, quedaba la duda de si podría mantenerse fiel y reinventarse al mismo tiempo tomando en cuenta el fenómeno que fue hace tres años. Quizá lo correcto sería ahondar en la serie de manera particular, pero ahora que Marvel nos ha obligado consumirlo todo para tener el discurso completo, es difícil no pensar en todas las temporadas de los Defensores que la preceden. Jessica Jones realmente nunca se sintió como parte de ese universo, nunca terminó por cuajar en el imaginario de un grupo que pudiera emular a los vengadores y por más que se esforzaron en darle un sentido dentro de este inmenso mar de referencias, permaneció como un personaje un tanto más serio que no tendría que estar arrojando a los malos de una secta milenaria de ninjas que de repente se quedó sin ninjas.

En esta ocasión la trama pone a Jessica (Krysten Ritter) en búsqueda de respuestas respecto a los experimentos que le dieron sus poderes, a tiempo que lidia con la carga de ser considerada una asesina. Lamentablemente no existe una figura que le ponga rostro a la malvada organización (siempre una malvada organización) que experimenta con pacientes sin su consentimiento, así que la historia gira en torno a los hechos que obligan a Jessica a cuestionar y revivir el pasado antes de Killgrave. Sin embargo, el gran problema es el de siempre: la cuota de los episodios, que irremediablemente se extienden y obligan a un desarrollo lento. Aunque esto abre espacio para explorar a los personajes secundarios, que además tienen un buen desarrollo, estos nunca terminan por tener injerencia significativa en la trama.

A pesar de un guión bueno a secas, la serie cuenta con el gran mérito de no traicionarse a sí misma: el ejercicio de tener a una directora distinta para cada episodio es un acierto brutal. La historia que de repente se antoja como un thriller y que pretende ser introspectiva con sus personajes, le da la oportunidad de ser presentada desde distintas miradas particulares. Con ello, aunque en su conjunto sí hay un estilo marcado, cada episodio tiene por lo menos un gran momento que lo hace único y nos hace exhalar un largo pfffffffffff mientras asentimos con la cabeza, que es consecuencia de la libertad que se le dio a las directoras para ponerle su sello. De esta forma, nos encontramos con un discurso con temáticas bastante pertinentes respecto a la equidad de género o el empoderamiento femenino, los cuales se abordan a través de los personajes de Trish y Hogarth de manera orgánica con secuencias excelentes y diálogos certeros.

Hubo un tiempo donde creí que para salvar el género de superhéroes hacían falta producciones de autor(a), que no se sintieran maquiladas y que fueran capaces de dialogar con tópicos serios y pertinentes. Jessica Jones es un intento genuino por lograrlo, pero como dije, las producciones de superhéroes agonizan, y aunque producciones como la segunda temporada de Jessica Jones se manifiesten como una verdadera intención de darle al espectador algo distinto, pareciera que se gestan bajo una lógica sintomática que lo único que logra es prolongar la agonía.

 

 

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