Producción: Jojo Rabbit
Director: Taika Waititi
Año: 2019
Plataforma: Cartelera

 

En 5 líneas esta película:

Es de comedia irreverente

También es de drama

Esta situada en el final de la Segunda Guerra Mundial

Tiene caracterizaciones espinosas

Está pensada para complacer

 

   

 

El realizador Taika Waitit se ha caracterizado en los últimos años por ser una bocanada de aire fresco en una industria que parece no dar señas de vida en cuanto a autenticidad de refiere. El director neozelandes ha entregado distinguidas versiones de géneros gastados como el de vampiros y el de superhéroes, al mismo tiempo que nos ha regalado historias originales de su propia creación. Su corta trayectoria tiene en común un hilo que la une en forma de comedia irreverente. Su más reciente creación Jojo Rabbit, no es la excepción.

La historia cuenta de un niño de diez años, quien vive en un pueblo de Alemania durante el último año de la Segunda Guerra Mundial. Jojo es un producto de la máquina de adoctrinamiento del Partido Nacional Socialista de aquél país, y no solo se encuentra listo para dar su vida por la nación alemana, también eligió al mismísimo Hitler como su amigo imaginario. No obstante esta predilección, Jojo no es exactamente materia para soldado.

Jojo Rabbit tiene tantas capas como una cebolla madura, y pelar cada una de ellas podría ser tan entretenido o tan inútil dependiendo de a quién se le pregunte. Entretenido porque esta es, en verdad, una película que nos brinda un rango de emociones bastante amplio, ya sea por la historia, la cual está hecha para retorcernos en la butaca; sus protagonistas, lidereados por una Scarlett Johansson en estado de gracia (versión 2019) y por el protagónico Roman Griffin, quien pareciera ser que nació para este papel; o bien una serie de sobreentendidos que relacionan aquella etapa de la humanidad con un triste pero evidente regreso de la política mundial a algunas humaredas que huelen a lo mismo, setenta años después. Inútil porque, para algunos, los temas tan espinosos de la segunda guerra mundial no son un juguete. No son para andar haciendo sátiras, no son para andar encontrando retribuciones (tampoco es que las pide mucho Waititi) y en el caso de un intento mal logrado, este puede desmoronarse sobre su propio peso, como se le ha adjudicado a esta película, en algunos casos.

Jojo Rabbit, si nos permitimos verla desde lejos, es una película sobre amor: amor de madre, amor al prójimo, del primer amor, el amor inocente. Definitivamente habrá quienes no permitan encontrar esto en una etapa histórica tan despiadada, sobretodo quienes tuvieron contacto con ella a través de seres queridos. Pero sí es verdad que en todo hay matices. Sin afán de defender a nadie, decir que todos los alemanes eran Nazis es decir que todos los norteamericanos votaron por Trump. Nada es blanco y negro, y el odio es un absurdo. Estas aseveraciones son valores universales que nos deberían dar la tranquilidad de disfrutar de Jojo Rabbit como una obra que nos hace sentir, hecha para conmovernos y quizá, por qué no, demostrárle a aquellos del lado del odio que no estamos afligidos, que no tenemos miedo, que es que nos divierten. Porque lo que buscan ya lo vivimos, ya salimos, y no vamos a regresar a ello.

 

 

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