Producción: Jurassic World: el Reino Caído (Fallen Kingdom)
Director: J.A. Bayona
Año: 2018
Plataforma: Comercial
En 5 líneas esta película:
Es la quinta entrega de la saga iniciada por Steven Spielberg
Su rol es de transición con miras a una nueva entrega
El guión está repleto de huecos e inconsistencias
Los efectos especiales funcionan
Es mala
Esta crítica contiene spoilers… como si eso importara, todo el argumento ya está en los trailers.
Aquí va una mala idea: relanzar la franquicia de Jurassic Park sin ninguna aportación real, solo replicando el mismo argumento de la película original pero en tiempo presente y veamos qué pasa. Pues bueno, ahí tenemos a la decepcionante Jurassic World (Trevorrow, 2015). Pero ya viene una idea peor, construir una secuela de esa mala copia que ahora recicle el argumento de la segunda parte de Jurassic Park (Spielberg, 1997), que ni siquiera es una buena película, ¿el resultado? Jurassic World: El Reino Caído.
Al igual que El Mundo Perdido, el propósito de El Reino Caído es sacar a los dinosaurios de la isla y llevarlos a Estados Unidos (leáse EL mundo, en clave gringa), cimentando las bases del futuro inmediato para la historia, que es seguir con la acción en un entorno de coexistencia entre las criaturas ancestrales y el resto de la naturaleza, humanos incluidos. La idea es un paso natural para la supervivencia de la franquicia, el problema es que la ejecución es terrible, principalmente por un guion ridículo, desenfocado y lleno de contradicciones, cada una peor que la anterior.
Para justificar el traslado masivo de los dinosaurios se utiliza la amenaza volcánica en Isla Nublar, que pone en riesgo la vida de los dinosaurios remanentes que deambulan por las ruinas del parque. Owen (Chris Pratt) y Claire (Bryce Dallas Howard) vuelven a unirse en una misión suicida con tal de salvar el mayor número de especies, patrocinados por la fundación de Benjamin Lockwood (James Cromwell), viejo socio de John Hammond, quien busca reubicar a los dinosaurios a un santuario donde puedan retozar sin amenazas exteriores.
Este primer acto en la isla en general no está tan mal por ser frenético, aunque de la épica que se respiraba en la película original de Steven Spielberg ya no queda nada, los protagonistas no emiten carisma y las adiciones al elenco no son medianamente interesantes, mientras que los dinosaurios apenas lucen, pues las situaciones en las que están involucrados remiten invariablemente a películas previas y esta repetitiva táctica sabotea los esfuerzos por explotar la espectacularidad de las secuencias de acción.
Debido al estado senil de Lockwood, su fundación es dirigida por Eli Mills, un empresario joven que a veinte kilómetros puede intuirse que es el malo de la película. Y lo es, como el tráiler torpemente revela, ya que traiciona a los protagonistas, a quienes utiliza para llegar a la velociráptor Blue, con quien Owen tiene un vínculo especial. El animalito es necesario para un proyecto secreto de Mills llamado el Indoráptor, una variación del Indominous Rex, la bestia villana de la película previa, pero ahora más compacto y con capacidad para obedecer. La acción pasa hacia la mansión de Lockwood, quien no tiene ni idea, al igual que su nieta y su nana, de todo lo que acontece en su propio hogar, donde hay espacio para todos los dinosaurios, que son puestos en jaulas para después ser ofrecidos al mejor postor en una subasta clandestina de tintes involuntariamente cómicos, solo superados por la idea de Mills de militarizar a los dinosaurios, ¡militarizarlos! Solo un nene de cinco años va a comprar la idea de que es buena opción usar velociráptors modificados en el campo de batalla contemporáneo… buena esa, guionistas.
Este segundo acto es tan pausado al grado del aburrimiento, pues los personajes siguen dentro de un espectro de acción sin capacidad de evolución o algún cambio, no se espera nada de ellos y en retribución no ofrecen nada que no hayamos previsto ya. Por lo mismo, no hay una sensación real de peligro o suspenso, ya que está perfectamente claro quiénes serán víctimas de la violencia jurásica y quienes recibirán un rasguño a lo mucho.
Sin embargo, lo mejor viene al final. Por supuesto, nuestros héroes logran implantar el caos en la mansión y de ahí la película se convierte en un juego de gato y el ratón entre los protagonistas y el Indoráptor, hasta que eventualmente la bestia es derrotada y todo vuelve a la normalidad, ¿o no? Pues en medio del alboroto una fuga de gas tóxico se desata en el sótano, amenazando la supervivencia de los dinosaurios encerrados en las jaulas. Aquí surge el gran dilema de la película, que con todos sus disparates, logra plantear el problema de salvar a los dinosaurios con el riesgo de coexistir con ellos, o dejarlos extinguirse por segunda ocasión. Es aquí donde la película toma su peor decisión.
Claramente, los protagonistas y sus secuaces han luchado durante toda la película por la primera opción, salvar a los dinosaurios a toda costa. Sobra decir que la decisión que asumen sin ningún cuestionamiento es estúpida. Pero por alguna razón incongruente con su mensaje, la película rescata la figura del Doctor Iam Malcolm (Jeff Goldblum), el único personaje en toda la franquicia que ejerce el sentido común, para que a manera de prólogo y epílogo, añada a su discurso original sobre la vida abriéndose paso, la observación de que la misma naturaleza está corrigiendo un error humano, por lo que la segunda extinción de los dinosaurios es necesaria. Sin duda, lo mejor de la película es su participación (incluida casi en su totalidad en el tráiler) porque asume el riesgo del cual todos estamos conscientes, sobre dejar una forma de vida superior a nosotros existir en la misma época. El hecho de que nadie más en la película sea capaz de ver tan clara amenaza es desesperante, y al final, a pesar de la advertencia, los dinosaurios son liberados hacia el mundo exterior, sin mayor aspaviento.
Entonces, ¿quiénes son los villanos? ¿quién tiene la razón? ¿Por qué los protagonistas se mueven en una camioneta hacia el horizonte con un gesto de conciencia tranquila si acaban de condenarnos a todos? Es tan absurda la posición de El Reino Caído hacia su propio mensaje que roza el absurdo, y tal como Malcolm sentencia, finalmente hemos sido introducidos a un nuevo mundo, uno jurásico en el sentido literal de la palabra, mientras yo necesito otra dosis de ranitidina, ¿cómo fue que acabamos en esto Steven, cómo?
En conclusión, Universal sigue a lo suyo, con la tranquilidad de que para el éxito comercial solo necesitas una bola de dinosaurios haciendo las poses de siempre en situaciones que ya hemos visto y que la lógica es prescindible. Pocas franquicias han sacado tanto oro de entre su mediocridad como Jurassic Park/World, pues aunque la dinomanía ha muerto hace tiempo, es el estruendo del género de monstruos lo que mantiene a la saga lejos de la extinción… y lo que falta. Perdónamos Dr. Malcolm, no te merecemos.