Producción: La Casa de las Flores
Director: Manolo Caro
Año: 2018
Plataforma: Netflix

 

En cinco líneas esta serie:

Es una comedia de humor simple pero funcional

Es una sátira de la tradicional novela mexicana

Técnicamente está bien realizada

Tiene en sus personajes a la gran fortaleza de la producción

Su personalidad destaca entre la televisión mexicana

 

   

 

Si no has visto la serie, probablemente estés aquí para que te evangelice. Desde que se estrenó hace un par de días, el internet está inundado con comentarios y memes sobre ella. ¿Por qué? porque es fresca, cínica y representa una nueva alteración en el entretenimiento nacional (siguiendo los pasos de aquella serie sobre aquél cantante).

La familia de la Mora parece tenerlo todo: una carismática figura matriarcal, un padre amoroso, hijos perfectos y un legado familiar en eterno florecimiento, la afamada florería con décadas de tradición llamada La Casa de las Flores. Un incidente revela que la familia está a años luz de ser perfecta y que todos tienen algo que esconder bajo la cama.

Debo confesar que siempre he odiado las telenovelas y hasta hoy, no logro ver su atractivo. Desde pequeños estamos expuestos a esta faceta tan distintiva de la cultura mexicana, pero para mí, su valor es un enigma. Repletas de melodrama que acaricia la comedia involuntaria y discursos repletos de estereotipos y clichés; son el reflejo vacío de los malestares de nuestro país.

La Casa de las Flores es justo una sátira a esta la tradicional novela mexicana. La serie acude a los viejos trucos de este tipo de producciones, pero dándoles un giro cínico e inteligente. Una de las principales características de las telenovelas es la absurda dosis de drama; el universo entero, en su basto esplendor, conspira en contra de los personajes como si su fin último se redujera a ese propósito castigador. Este exceso de drama en las telenovelas resulta para algunos en una comedia frustrada, patética e incidental. Manolo Caro le da la vuelta a esa característica fundamental de esta institución y la convierte en el sello de La Casa de las Flores, una serie que se ríe del antiguo formato del clásico entretenimiento nacional. Y si queda alguna duda sobre esta intención de los productores, en pantalla se nos regala a una histórica de las telenovelas mexicanas: Verónica Castro.

A pesar de ser una sinfonía de tragedia y eventos desafortunados, la serie en ningún momento pierde la capacidad de hacerte sentir identificado con alguna parte de la trama o con algún personaje. Parte de lo que la hace fresca es su intento por adaptarse a un público joven, dando espacio a mensajes LGTB+, algo que permanece ausente en el entretenimiento nacional, o mostrando uso recreacional de la marihuana y en un personaje inesperado, sin spoilers.

Así que no sé que esperas para echarte un maratón canalizando tu Paulina de la Mora interior –personaje de la enorme Cecilia Suárez y mejor de la serie (y mi espirit animal, tal vez el tuyo también)–, ojalá haya un poquito de ella en todos nosotros. De paso invita a tu mamá, que seguro la disfrutará y no tarda en pedirte que se la pongas en el Neflis la serie que vió en el Face. Pista: ¡habrá una segunda temporada!

 

 

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