Producción:  La Casa de Papel
Creador: Álex Pina 
Año: 2017
Plataforma: Netflix

 

En 5 líneas esta serie:

Es de crimen e intriga

Tiene identidad propia

Toma buenos elementos del subgénero de atracos

Tiene personajes que generan empatía sin importar el bando

Es un ejemplo a seguir en cuanto a calidad para series de habla hispana

 

  

 

El crimen suele ser atractivo en cine y TV porque siempre invita a una fantasía de poder y arrogancia. En la explotación de este género sobran las premisas trilladas y obvias que muchas veces ya ni se preocupan por cumplir esta ensoñación de manera minuciosa. Por mucho que en portada lo parezca, esta no es la situación de La Casa de Papel. Este drama es un entretenido estado de sitio al origen material y simbólico del dinero.

Un hombre misterioso y sereno conocido como el Profesor, se encarga de reclutar un escuadrón delincuencial de gama excéntrica. El plan del Profesor es tomar por asalto la casa de moneda y timbre de España, un plan meticuloso como encantador. Y aunque en su método de asalto está la plusvalía del éxito, este objetivo se va haciendo interesante tanto como logra resistirse a los embates que le pueden propinar sus propios ejecutantes.

Cada simpático miembro de esta banda criminal cava la profundidad de su trinchera haciéndote cómplice de su hacinamiento, dejando buen espacio para el protagonismo que también ostenta la capitana de policía encargada de resolver la situación y los rehenes que de a poco pierden su sombra. Te puedes enchufar fácilmente a la pantalla porque tiene los momentos de intensidad bien dosificados. La historia no se queda estática y genera expectativa yendo y viniendo por los tiempos a los que nos lleva la narradora.

Aquí se toman muchos buenos elementos de películas y series insignia del género para hacerlos funcionales y de marca propia. Levanta la mano para señalar el compromiso que tiene la industria de la TV española para consigo misma (¡joder qué bien!) También dice mucho de su experimentado creador, Álex Pina, quien gusta de otorgar una identidad visual a sus producciones, imponiendo un color estándar en pantalla. Aunque la historia parte de la clásica disputa de poder policía/criminal común en este tipo de relatos, esta obra se preocupa por desarrollar un entretenido juego de ajedrez donde cada pieza se mueve para donde sus deseos y miedos le permiten (por más inteligente que parezca la jugada)

En el horizonte internacional de Netflix, esta maquinación Hecha en España, no debería tener prejuicio alguno por abuso de regionalismo, ya que no es una simple condescendencia para con el catálogo hispanohablante y sí una buena oferta en nuestro idioma. Quizás el único punto flaco es que al ser adaptada para streaming, algunos episodios pueden sentirse con minutos de sobra, aunque sin llegar al punto de generar insatisfacción o perder calidad.

Esta propuesta ibérica tiene todo para hacerse de su legión de fans y contribuir oportunamente a que los grandes de la TV portable se atrevan a distribuir o generar más contenido así. Hay una simpatía general por todo el conjunto que es esta serie. Y siempre que el suspenso tiene esta forma y te lleva por lugares inesperados, me imagino el sudor en la frente de un guionista que juega a desarmar un explosivo argumento con todos nosotros como rehenes.

 

 

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