Producción: La Chica en la Telaraña (The Girl in the Spider’s Web)
Director: Fede Álvarez
Año: 2018
Plataforma: Cartelera

 

En 5 líneas esta película: 

Está basada en la primera novela de David Lagercrantz dentro del Millennium Series

Es más un reboot que una secuela

Es la tercera vez que el personaje es llevado a la pantalla

Se aleja mucho del material de origen

El nuevo elenco no es el adecuado

 

 

La Chica del Dragón Tatuado, película que David Fincher estrenó en el año 2011, es comúnmente referida por periodistas, críticos, académicos y guionistas como una de las mejores adaptaciones cinematográficas de la era moderna, resultado de la colaboración de Fincher con Steven Zaillian, quien logró procesar la novela de Stieg Larsson con tal maestría, que uno creería que nació justo para convertir Los Hombres que No Amaban a las Mujeres en una película. Esta producción de la Metro-Goldwyn-Mayer fue bien recibida y logró una recaudación bastante razonable, por lo que no solo la audiencia, sino también los actores, quedaron a la espera de que se anunciara la puesta en marcha de La Chica Que Soñaba con Un Cerillo y un Galón de Gasolina, la secuela. Pasó un año y luego dos y, de pronto, a finales del 2015, Sony anunció que estaban en planes de desarrollar, más bien, la cuarta novela de la serie, titulada en español Lo Que No Te Mata Te Hace Más Fuerte.

La Chica en la Telaraña es el resultado de una serie de malas decisiones tomadas por personas importantes. Stieg Larsson entregó tres de diez novelas terminadas antes de su desafortunada muerte; esas tres novelas fueron adaptadas a la gran pantalla por los suecos, con Noomi Rapace y Michael Nyqvist como los protagonistas, Lisbeth Salander y Mikael Blomkvist. Rooney Mara y Daniel Craig hicieron lo propio en Estados Unidos y, tal fue el aprecio del público, que en Suecia se decidió contratar a un nuevo escritor, David Lagercrantz, para que terminara la serie literaria de Larsson. Primer error. Hollywood decidió entonces que, con un nuevo autor tras la historia, ellos también necesitaban un nuevo equipo tras la producción. Segundo error.

A pesar de que tanto Fincher como Mara estaban interesados en mantenerse detrás y delante de la franquicia, los ejecutivos de Sony los reemplazaron a ellos y a Craig con Fede Álvarez como director, y Claire Foy y  Sverrir Gudnason como Salander y Blomkvist, respectivamente. Tercer error. Verán, además de la excelentísima dirección de Fincher y el prácticamente perfecto guión de Zaillian en La Chica del Dragón Tatuado, el elenco de tal película fue también uno de los mejores en tiempos recientes, con todo el respeto que se merecen sus contrapartes suecas. Rooney Mara era Lisbeth Salander. Daniel Craig era Mikael Blomkvist. Robin Wright era Erika Berger. Embeth Davidtz era Annika Giannini. Goran Višnjić era Dragan Armanskji, y lista sigue y sigue. Una calca perfecta del papel a la pantalla. Esto no quiere decir de ninguna manera que los actores encargados de llevar el relevo sean malos en su trabajo, simplemente fueron incorrectos para los papeles. Además de Foy y Gudnanson, el elenco de La Chica en la Telaraña es completado por Sylvia Hoeks (a quien recordarán como Luv en Blade Runner 2049), Lakeith Stanfield, Vicky Krieps, Stephen Merchant y Cameron Britton.

Para continuar con la historia de Millennium, Lagercrantz tomó la decisión de ignorar mucha de la mitología original de Larsson e inventarse sus propias reglas, algo que Fede Álvarez decidió hacer también, ocasionando que su película no sea tanto una secuela, sino un reboot, con dos personajes protagónicos que en poco se parecen a aquellos que conocimos y amamos en el 2011 y todavía un poco más atrás. El resultado es una épica apócrifa y condescendiente cuyo peso la va aplastando escena tras escena hasta convertirla en los añicos del pudo ser.

En esta nueva aventura, Mikael Blomkvist es relegado a un compinche mediocre y sin una pizca de ingenio o carisma, mientras que Lisbeth Salander es una especie de cuasisuperheroína con el poder de manipular cada computadora del mundo casi-casi que con su mente; su personalidad, maravillosamente construida por Rapace y luego por Mara, no logró trascender en Foy, que en común con el personaje solo tiene el infame y homónimo tatuaje del dragón. Todos los demás personajes que sobrevivieron de la precuela existen simplemente para establecer una conexión entre una y otra. Millennium, el nombre de la revista que da título a la serie literaria, se menciona una sola vez. Con todo y que la dirección de Álvarez no es mala, la historia es tan convulsa y el guión tan flojo que es difícil apreciar lo que se logra, que honestamente es poco y recae más en unos pocos aspectos meramente técnicos.

Por más que La Chica en la Telaraña quiera parecerse a La Chica del Dragón Tatuado, por mucho que quiera ser parte de la saga Millennium con su evidente emulación de la secuencia de créditos, su elenco internacional y su fotografía fría, esta propuesta está todavía más lejos del trabajo hecho por Fincher que incluso las producciones suecas. Todavía es pronto para asegurarlo, pero es probable que tras monumental catástrofe, Hollywood finalmente decida dejar esta serie por la paz y cesar en sus intentos por adaptar la historia de Lisbeth Salander a la gran pantalla, algo que, de suceder, no será culpa ni de Foy ni de Álvarez (un poco de Gudnanson sí), sino de los mismos productores que decidieron jugarle a los novedosos. Fueron ellos, los hombres que no amaban las buenas adaptaciones.

 

 

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