Producción: La La Land
Director: Damien Chazelle
Año: 2016
Plataforma: Cartelera

 

En 5 líneas esta película:

 

Es un homenaje al cine norteamericano de los 50

Tiene buena banda sonora

La química de sus actores es natural

Tiene buena fotografía

Es una película cursi y pop

 

   

 

No hace falta decir que La La Land es una de las mejores películas del 2016, la cual recién se estrena en México luego de arrasar los Globos de Oro. Con hype en todos los medios, muros de facebook y cientos de tweets, la película es sin duda uno de los primero hitazos del 2017. Tras el éxito logrado con  la oscareada Wiplash (2014), Damien Chazelle regresa con una cinta que le tomó años en gestar y que propone un giro refrescante al musical norteamericano. El resultado final es una carta de amor a Los Ángeles, al viejo Hollywood y a la industria que lo recibió con brazos abiertos.

Cabe recordar que el cine musical nació con la llegada del cine sonoro y que fue en gran medida Hollywood y su cine escapista el que configuró sus normas–prestadas del teatro. El género formó parte crucial en la consolidación del star system de la época de oro, por allá de los años 50. Sin embargo, con el paso del tiempo y la madurez del séptimo arte, este género paso a convertirse en un asunto de culto con grandes títulos como Singin’ in the Rain (Gene Kelly, Stanley Donen, 1952), Sound of Music (Wise, 1965) y Mi Bella Dama (Cukor, 1964).

En La La Land la pareja de Ryan Gosling y Emma Stone (en su tercera iteración) nos guían a través de una típica historia de “chico conoce chica”, cuando ‘Seb’ y Mia se enamoran de a poco mientras bailotean por ahí y juegan todas las viejas cartas del cine romanticón. Luego de que ambos se confiesen sus sueños de abrir un club de jazz y de ser una gran actriz respectivamente, deberán tomar una decisión que marcará el resto de su vida: elegir el amor que se tienen o el crecimiento profesional. La La Land hace uso de mil y un artimañas para endulzarnos los ojos y oídos, con elocuentes bailes perfectamente cronometrados en planos secuencias y fotografiados con colores brillantes sobre los rostros de los actores. Además, la química entre sus protagonistas le obsequia otro dejo de encanto y fantasía consolidándolos como parte vital del ecosistema actual de las celebridades.

Chazelle se convierte en un niño montando un espectáculo de Broadway en su cabeza, con unos Ginger Rogers y Fred Asteire resucitados en los cuerpo de Stone y Gosling, recordando las joyas oscareables de los 50 y las recorta con bisturí para unirlas con cuidado en una cinta hecha específicamente para gustar. No hay más. Su estilo vintage, muy ad hoc con el gusto popular de la época, y la frescura de sus actores renueva el género olvidado y lo trae con vida al siglo XXI.

La La Land es manipuladora, emocional, excitante y lúdica. Obliga al espectador a sumergirse en su amplio formato, el Cinemascope, sus apabullantes colores y su estruendosa banda sonora, quizá un poco como lo han hecho otras películas de gran producción e historia sencillona. Es una película para el gusto de la cultura pop que para nada viene a descubrir el hilo negro, sino que recuerda el poder ensoñador del cine.

 

 

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