Producción: La Plaza de la Soledad
Directora: Maya Goded
Año: 2016
Plataforma: Cartelera

 

En 5 líneas esta serie:

Es un documental parte de un proyecto de 20 años

Tiene gran fotografía

Trata con tacto un tema complejo

Intenta romper los prejuicios de género

Tiene una narrativa poco convencional

 

   

 

La Ciudad de México es un lugar mágico, surreal y complejo donde cohabitan toda clase de personajes pintorescos, lúgubres, interesantes y extravagantes. Es comúna a estos personajes en las calles, en los puestos, en las plazas o en vecindades de antaño. Quienes hayan crecido en alguna zona popular recordarán a todos ellos. Sin embargo, dentro del abanico enorme de personalidades existen seres marginados, tachados e invisibles que se esconden entre las sombras para evitar ser juzgados por el costumbrismo y el conservadurismo que hemos heredado. Maya Goded, reconocida fotógrafa, artista y ahora cineasta, comenzó hace veinte años un proyecto fotográfico sobre las prostitutas de La Merced, en la zona centro de la ciudad. De ahí surgió un libro y una exposición en 2006.

Una de las fotografías que más llamaron la atención fue la de una mujer de edad avanzada abrazada de un cliente en un hotel, lo que le hizo preguntarse la perspectiva que tiene la sociedad de la sexualidad en mujeres de edad madura. Bajo ese contexto nació La Paza de la Soledad, su primer trabajo cinematográfico, luego de que ganara una de las primeras generaciones de Impulso Morelia en el FICM. Después de cinco años de arduo trabajo entre Goded y Matha Sosa, la productora, la cinta tuvo su premier mundial en el Festival de Sundace.

Recién llega a la cartelera comercial este documental sobre algunas prostitutas, todas mayores de cincuenta años, que laboran normalmente entre las calles de Loreto y Circunvalación. Carmen, Lety, Raquel y Ester, entre otras, obtienen frente a la lente de Maya, una voz y una oportunidad nunca antes vista: la de poder hablar sin prejuicios y sin miedos. Mediante el viaje de introspección en el que la misma directora estuvo inmersa de forma personal, estas mujeres, madres de familia, amigas, amantes, ciudadanas, nos cuentan sus miedos, sus pasiones, sus traumas, sus dolores y entendemos la complejidad que les aqueja. En pantalla se muestran sus debilidades y sus fortalezas, y nos exhiben una cruda realidad: pese a todo el dolor, estas mujeres buscan un sentido de pertenencia, un amor, una familia, que se les ha sido negada tras años de abuso físico, social y emocional, pero que de a poco vamos encontrando en todas sus versiones.

Desde amistades incondicionales, hasta el amor maternal y el amor de pareja. Maya nos muestra unos seres complejos, visitados sin los estigmas típicos de su oficio, donde sin pena se nos habla del erotismo en la mujer madura y del envejecimiento inevitable de todo ser humano. Con una propuesta visual de ensueño, donde se palpan las habilidades fotográficas de la directora, y con una narrativa poco convencional, Maya saca a estos personajes de las sombras y del prejuicio, ofreciéndolos en bandeja de plata como una carta abierta a la reflexión. Somos cordialmente invitados a la intimidad de estos seres olvidados, escondidos, que hablan del machismo como una situación histórica y que urge atender.

 

 

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