Ah, pero cuánto se ha hablado de Dunkrik en los últimos días. Creo que una de las razones es que aquí en México recibimos una primera bolea de opiniones del extranjero, y cada quien preparó su prejuicio favorito antes de entrar a la película. Unos decididos por Nolan, otros, decididos en su contra y otros más, decepcionados por él. ¿Yo? Batallando en contra de todo lo anterior.

Es difícil entrar a una película y tratar de ser objetivo con tanto ruido mediático. Y posiblemente este ruido influenció mi veredicto final, pero no empujándome hacia un lado u otro, sino logrando lo opuesto, como cuando uno le entra entra a un bocado de tiramisú después de un sorbo al café.

¿Es Christopher Nolan un Michael Bay?, ¿y, por ende, Dunkirk un churro lleno de explosiones gratuitas? Empecemos por el principio. Me pareció que la película se enfocó estrictamente en una batalla (evacuación), memorable sí, pero de la cual no se nos dio ningún contexto; ni un antes, ni un después, ni un durante. (La verdadera batalla aérea que hizo posible la evacuación sucedía en otro lado). Esto, aunado al silencio ensordecedor de sus personajes, los cuales más allá del excelso Mark Rylance, ni siquiera germinaron. Es como si Spielberg hubiera hecho una película solamente sobre la invasión de Normandía en el Día D, y jamás nos hubiéramos enterado que Tom Hanks era maestro de primaria. Pero Nolan no es Spielberg. Tampoco es Michael Bay.

Existen otros ejemplos de películas patrioteras michaelbaysescas, basadas en batallas memorables, la que más me salta a la cabeza es la infame Pearl Harbor (2001), dirigida por… Michael Bay. En esta deplorable excusa de bote de palomitas podemos observar claramente de qué se trata un cine de explosiones por explosiones, de patrioterismo por patrioterismo, inclusive de batallas aéreas anacrónicas.

Pero aquí estamos diciendo que Nolan es un Michael Bay para intelectuales, es decir, distinto de forma pero lo mismo de fondo. Por un momento, mientras veía la película así lo pensaba. Las secuencias de las batallas aéreas son tremendas, pero ok, sin mucho fondo; y el personaje de Tom Hardy no deja de ser un héroe michaelbaysesco, con intervenciones milagrosas. Y luego la estructura… Sabemos que a Nolan le gusta jugar con ella. Pero en Memento (2000), y en la aclamada Inception (2010), la forma era parte del fondo. ¿Aquí? Le doy vueltas y no me convence, posiblemente de alguna manera abstracta y análoga, pero no el martillazo al clavo de los otros ejemplos. Es decir, la estructura de Dunkirk huele a chantilly.

Pero mientras reforzaba el lado oscuro de aquellos que no habían disfrutado de la película, había algo que no me cuadraba, había un elemento con el que sí conectaba. Ayer, justo antes de dormirme lo pude acorralar, e inclusive ponerle nombre: el anti-soldado. El soldado de Dunkirk es uno en retirada: acobardado, aturdido por las bombas, asesino culposo, dispuesto a sacrificar a uno de los suyos para sobrevivir. Avergonzado de regresar a casa, y seguro de que en esa tierra prometida por la que está sufriendo tanto, no lo quieren. Este es un soldado distinto al norteamericano de la segunda guerra mundial; este soldado no es héroe, no tiene nombre, no tiene una damisela que lo espera, ni una historia conmovedora detrás. El soldado de Dunkirk no quiere pelear más, solo llegar a casa.

Ahí es donde vi al personaje de Nolan: abstracto, general y merecedor de nuestra memoria. Creo que esta reflexión a la que me llevó la película es distinta a la que estoy acostumbrado con las películas de guerra (más específico, de la segunda guerra mundial) . Y si a esto le sumo toda la parte michaelbaysesca, que por cierto, es técnicamente pulcra, creo que me queda una película que disfruté.

No es lo mejor de Nolan. Lo veo más bien como un paso en lateral, como cuando los hermanos Coen hicieron True Grit (2010), la cual es buena, pero no checa con el resto de su filmografía.

 

 

 

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