Producción: La Estafa de los Logan (Logan Lucky)
Director: Steven Soderbergh
Año: 2017
Plataforma: Cartelera

 

En 5 líneas esta película:

Es una comedia ligera

Cuenta con un elenco estelar

La trama tiene giros constantes

Hace mofa de la cultura sureña en Estados Unidos

El humor queda a deber

 

 

 

Después de hacer pública su intención de retirarse de la dirección, por allá de 2013, Steven Soderbergh se hizo de un modesto libreto que contaba la historia de un robo a gran escala durante una carrera de NASCAR. Al leer el libreto, que describió como una versión antiglamurosa de su Ocean’s Eleven (2001), Steven decidió tomar las riendas del proyecto. El resultado es una película de naturaleza modesta, más cercana en espíritu a una película independiente que a un producto comercial, debido a que la mano del director abarca tanto al terreno artístico como el de la distribución, por medio de una iniciativa fundada por él, con el objetivo de mantenerse alejado de los grandes estudios.

Jimmy (Channing Tatum) y Clyde (Adam Driver) son hermanos por alguna razón que nada tiene que ver con similitud física, ambos forman junto a Mellie (Riley Keough) el clan de los Logan, trío estigmatizado con mala fortuna por el resto del pueblo. Sin embargo, la suerte puede cambiar cuando Jimmy encuentra una forma de hacerse con mucho dinero, por medio de la interrupción del sistema de tubos neumáticos que distribuye el flujo de apuestas en un circuito de carreras de autos.

A partir de ahí, somos testigos de la planeación y ejecución del plan maestro en un relato que es acompañado por un cast tan conocido como inusual, en el que Daniel Craig, Katie Holmes, Seth MacFarlane y hasta Hillary Swan compiten por interpretar el acento sureño más verosímil.

Soderbergh se distingue como un buen titiritero dentro del subgénero de atracos planeados por saber combinar una buena trama llena de giros y sorpresas, junto con su personal interpretación del humor, reflejado en el carisma de sus personajes, el sofisticado ingenio de sus diálogos y la construcción de bromas visuales que hasta emanan cierta elegancia. En este ejercicio, el argumento es de panfleto, funcionando sin fisuras graves ni destellos notables de genialidad, mientras que en en el terreno humorístico, el director emplea sus herramientas habituales para intentar captar nuestra atención y mantenerla.

El problema es que la película no es tan graciosa, la mayoría de los gags tienen un efecto limitado, además. Steven falla en lograr un vínculo entre el espectador y los protagonistas, más allá del frío atestiguamiento de los sucesos, sin que exista un real sentido de peligro o amenaza que ponga en riesgo la misión. Esta última es llevada a cabo con extraña precisión, dado el perfil atropellado y un poco torpe de quienes la ejecutan.

Esta contradicción, no sería problema si el humor fuera lo suficientemente efectivo para distraernos y ponernos en sintonía que la naturaleza absurda de la situación, pero al haber apenas algunas risas tímidas durante gran parte de la película, los artificios del la narración comienzan a notarse y el entusiasmo va decayendo hacia el final de la cinta a pesar de los esfuerzos interpretativos del elenco, y cuando la posibilidad de una secuela es sugerida en la última escena, la sensación no es precisamente de expectación.

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