El otro día entré a una de esas listas de las mejores películas de la historia, con la finalidad de ver que tan buen cinéfilo de clásicos era y en dado caso ponerme al día. De las que más me llamó la atención, que no había visto, fue Lawrence of Arabia (Dean, 1962). Esta megaproducción hollywoodense es de hecho una película británica, pero inequívocamente un producto del cine de aquella época: actores icónicos, una temática grandiosa, un personaje más grande que la vida, vestuarios fastuosos, cientos de caballos y una cinematografía en Super Panavision 70.

Justamente elegí ver la película el mismo sábado que ocurrían unos hechos deleznables en los Estados Unidos. En la ciudad de Charlottesville, Virginia, un grupo de desadaptados, afiliados a células neo-nazis se congregaron en público para protestar cualquier babosada. Los hechos desafortunadamente acabaron en un acto terrorista, tres muertos y veinte heridos.

Bajo esta lupa, Lawrence of Arabia resultó una película, si bien lograda de manera magistral, ridícula a lo largo de sus tres horas y ofensiva por momentos. Ahora bien, la corrección política es un tema de debate, ya que esta por momentos parece sofocar nuestro día a día, ahí donde antes cabía el sentido común. También es un hecho que este sentimiento de fastidio es producido por un cambio de paradigma, sin el cual, eventos como el de Charlottesville seguirán ocurriendo, aún sin escuchar los gritos de urgencia de la historia.

Les platico entonces un poco de mi experiencia con Lawrence of Arabia en esta época de corrección política:

 

Cara de árabe

El blackface es un tipo de maquillaje utilizado principalmente en los shows de minstrel a finales del siglo diecinueve y principios del siglo veinte, en el cual una persona de tez blanca se pinta la cara de negro para interpretar a una persona afrodescendiente. El blackface como tal está completamente abolido, debido a que es altamente ofensivo para los afroamericanos. No obstante, hoy en día en Hollywood se sigue usando una versión de este maquillaje, tan reciente como el casting de Gods of Egypt (Proyas, 2011), cinta en la cual al parecer los súbditos son egipcios y los dioses caucásicos. O bien la infame Aloha (Crowe, 2015), en la cual nos pretenden hacer creer que Emma Stone es asiática. En Lawrence of Arabia hay terribles casos de este tipo de casting, el más problemático es el de Alec Guiness (el Obi Wan original) quien se manda tremendos ojos verdes, y quien protagoniza un papel de un rey árabe. ¿Cuál es el problema con este casting? Bueno, si hay que decirlo, es la presunción de los productores que actores de la raza correcta no merecen estar en pantalla, ya sea por cuestiones de talento, de marketing, o bueno, de racismo.

 

 

El gran mesías blanco

La historia de T.E. Lawrence se ha contado en Hollywood varias veces: Dances With Wolves (Costner, 1990), The Last Samurai (Zwick, 2003), Avatar (Cameron, 2009) e inclusive, recientemente, Stonewall (Emmerich, 2015). En todas estas películas, un grupo (étnico o minoritario) en problemas, recibe la visita de un hombre blanco, quien, rápidamente, se coloca como el más picudo de la tribu, y los ayuda a sobreponer algún peligro inminente. Ahora bien, es imposible negar los logros de T.E. Lawrence, y seguramente su papel en la revolución, que se llevó a cabo en la península árabe durante la primera guerra mundial es loable; pero es imposible defender el ensalsamiento de Hollywood de sus mesías blancos, más aún cuando este se hace a costa de integrantes de esa misma tribu. Esta misma figura ha sido remanufacturada sin vergüenza alguna en entornos completamente ficticios y sin justificación histórica, como el de Avatar. A Lawrence definitivamente no le ayudan las comparaciones con Jesús (y el guiño done camina sobre el agua), que se deje besar los pies por niños soldado y bueno, una actitud (según guion) de que se la creyó toda.

 

 

Reprobada la prueba de Bechdel

La prueba de Bechdel fue creada para ver qué tanta diversidad de género tiene una producción específica. La víctima más reciente de esta prueba fue Dunkirk (Nolan, 2017), cinta en la cual prácticamente no hay mujeres, salvo algunas enfermeras. Existe una defensa válida en la cual se dice que bueno, históricamente en ese entorno no había mujeres. En Lawrence of Arabia no hay ni una sola mujer en pantalla. Es imposible negar que el entorno dónde se desarrolla la historia predominaban los hombres, sobre todo, si tomamos en cuenta que la película se refiere a sucesos que ocurrieron hace cien años. También es innegable que las mujeres hoy en día siguen luchando por abrirse espacios, en todas las industrias, ya no se diga Hollywood. Bajo la lupa de hoy, es vergonzoso que en una megaproducción de TRES horas, no figure ni UNA sola mujer, y más vergonzoso pensar que no mucho ha cambiado.

 

 

El gran héroe gay

No hay evidencia concreta de que T.E. Lawrence fuera homosexual, aunque, para principios del siglo diecinueve –cuando todos los hombres tenían que dejar una cosa clara– que exista el debate dice mucho. Hoy en día se recibiría con brazos abiertos la noticia de que un héroe de la talla de Lawrence fuera gay. Qué mejor muestra de igualdad que la fortaleza y poder para lograr unir a una nación. En la película hay momentos donde se coquetea con este tema. Ahora bien, no sabemos si fueron intencionales (ejecutados paupérrimamente) o simple y sencillamente que Hollywood no ha envejecido bien en este tema. Por un lado, la manera que tiene Peter O’toole de maniobrar la vestimenta tradicional árabe es exagerada; más parecidas, anacrónicamente, a Locomía, que a cualquier árabe, inclusive gay. Por otro lado, hay una terrible escena con un oficial turco, quien se le insinúa a Lawrence, y tras un rechazo expedito del héroe, proceden a torturarlo. Esta escena tiene una enorme carga homoerótica, for all the wrong reasons, incluyendo una abominable gesticulación del soldado que le toca ver de frente a Lawrence mientras es torturado. Qué irónico resulta, que una industria la cual difícilmente iba a decantarse por la teoría de que un héroe de la magnitud de T.E. Lawrence era gay, haya hecho una película con un personaje tan grandilocuente y tan evidentemente gay.

 

 

Punto a favor de la película: El estrés postraumático

Tan solo en los últimos años es que el tema del trastorno por estrés postraumático ha logrado salir a la superficie. Y no sorprende; aún y cuando es una de las condiciones mentales más devastadoras, a ningún ejército le conviene que el público sepa que los males de la guerra le duran al soldado para toda la vida. Existe un gran documental al respecto, Wartorn: 1861–2010 (2010) dirigido por más ni menos que el gran James Gandolfini.

Sorprendentemente, Lawrence of Arabia maneja el daño que tuvo la guerra sobre la figura de T.E. Lawrence, mostrándolo por momentos como un hombre roto, e inclusive, volviéndolo casi inservible en el campo de batalla. La transformación del personaje a raíz de sus experiencias de guerra está bien lograda, más allá de que la prioridad es mostrar a Lawrence como un héroe de guerra, no como una víctima de esta.

 

 

add_filter( 'the_title', 'max_title_length');