Luego de los exitosos refritos live action de cintas clásicas como Aladdin (Ritchie, 2019), La Bella y la Bestia (Condon, 2017), La Cenicienta (Branagh, 2015), Maléfica (Stromberg, 2014), Dumbo (Burton, 2019) y El Libro de la Selva (Favreau, 2016), toca el turno a una de las joyas de la llamada era de renacimiento de la animación de Walt Disney: El Rey León. En ella, Jon Favreau repite la dirección luego de anotar un home run con la historia de Mowgli hace algunos años. En aquel momento, la cinta hermana sirvió como antesala para perfeccionar la tecnología que traería a Simba y compañía a la vida en una versión fotorrealista que actualizará, reinterpretará y llenará de vida nuevamente a esta historia, que en esta ocasión cuenta con la participación de un repartazo, compuesto por Donald Glover, Beyoncé, Chiwetel Ejiofor, John Oliver, Seth Rogen y James Earl Jones, repitiendo el papel de Mufasa.
El pasado mes de junio el también actor, productor y guionista, visitó la Ciudad de México para promocionar la película y contarnos un poco más de la odisea que se armó para realizar su visión de esta historia clásica.
El proceso: la historia frente a la historia
Luego de El Libro de la Selva, Favreau se enfrentaba a un reto aún mayor al realizar una cinta cuyo reparto principal fueran animales y los entornos naturaleza majestuosos de África, creados enteramente por la animación computarizada. «Fuimos a los lugares que inspiraron a la cinta original para ver a esos animales; por ejemplo, Pumba tiene una cara juguetona, y los jabalíes sí son así, pero la cosa era ir a verlos interactuar y tratar de mantener la misma esencia de entonces», comentó el director.
Frente a este reto, Favreau recurrió al equipo de artistas y animadores que formaron el proyecto anterior, mezclando arte, cgi y hasta realidad virtual, causando que la película tuviera algo así como dos versiones, una realizada a mano por artistas y otra realizada por animadores y un equipo de producción que utilizaba escenarios reales para capturas de movimiento, donde había un staff, luces y hasta un cinefotógrafo. «Sabíamos que si hacíamos otro Rey León animado nadie querría verla porque ya hay una y sigue funcionando bien. Queríamos que pareciera un documental live action«.
Dentro de la animación fotorrealista, también confesó que habría un solo fotograma real entre los catorce mil de la cinta, insertado en algún momento random de la película, invitando al espectador a descifrarlo y como una prueba para el equipo, para saber si el trabajo estaba a la altura de las expectativas.
Aunque es verdad que no es la primera vez que la historia de Simba es adaptada, pues se ha realizado una adaptación teatral desde finales de los noventa que incluso se presentó recientemente en México, protagonizada por Carlos Rivera como Simba, quien por cierto doblará al personaje en su versión en español. Ambas versiones sirvieron como inspiración para Favreau, pues comentó sentir una magia particular en ambas que trataba de mostrar en esta versión al igual que sumarle una identidad propia.
La música: del Elton John a Pharrel Williams
Tan así fue la influencia de las versiones anteriores que el realizador decidió reutilizar y adaptar la música compuesta en los noventa por Elton John y el afamado compositor Hans Zimmer, acompañado ahora por el artista sudafricano Lebo M., quien hizo los arreglos de la obra teatral, sumando a Pharrel Williams, quien ayudo en la producción; una mezcla de estilos personalidades y mentes creativas que esperemos encuentren la sinergia que la banda sonora requiere.
Cabe recordar que tanto Beyoncé como Donald Glover, los intérpretes de las versiones adultas de Simba y Nala, son también compositores y músicos en sus propios proyectos. Además, la cantante presentará una canción nueva para esta versión durante los créditos finales.
El reparto: un mosaico de talento
Pero además de estas dos talentosas personalidades, el reparto se compone de consagrados actores y comediantes que han participado en algunas de las producciones más importantes de los años recientes de Estados Unidos, tanto en cine como en series, teatro y programas de televisión.
Esto aportó un enriquecimiento a la historia, pues Favreau, también actor, considera que al no haber actuaciones físicas, las vocales se enriquecían y el proceso de dirección eran mucho más cercano. «Para mí, el cast es lo más importante como director, es como la comida, debes tener los ingredientes correctos y para una buena historia eso es un buen cast», comentó, pues además fue de los primeros procesos que realizó antes de pasar con los demás departamentos para terminar el film.
También recordó que la película se compone, además de las actuaciones y animaciones, del trabajo de los artistas que emulan esas expresiones, «pues tienen una foto del actor de un lado y una del animal del otro, así que todo es básicamente propuesta de ellos, no es real», menciona refiriéndose a su equipo.
Los retos: revivir un clásico
A estas alturas es difícil cumplir con las expectativas de todo mundo, pues mientras unos disfrutan las calcas exactas de los filmes de su infancia, otros prefieren las versiones que proponen algo nuevo o diferente de la versión original. Para el director, mantener esto en balance consiste en tener un mensaje claro y en entender las diferencias entre ambos tipos de propuestas, pero sobre todo, en hablarle a los más jóvenes. «Las fantasías, cuentos de hadas y leyenda siempre hablan de una generación pasando la antorcha a otra y la idea es que te emociones mucho con la historia, porque las historias transmiten aprendizaje».
A propósito de la escena más difícil, Favreau recuerda el número musical Can’t wait to be a king, donde Simba y Nala escapan a de la vigilancia de Zazú y forman una coreografía colorida con los animales cercanos. «Por la naturaleza de la película original, incluso para la verdadera África, era colorida porque es una de mucha fantasía, hay muchos colores y animales y no podíamos hacer eso exactamente así que había que buscar la manera».
Posteriormente, habló del debate que existe alrededor de esta adaptación, al no poder ser considerada una película enteramente de animación, pero tampoco enteramente real, ya que fue generada por computadora y realidad virtual. Para él, ese debate corresponde a la historia y el público, pues son ellos quienes definirán la naturaleza de su película. «No entiendo cómo funcionan las cosas políticamente, pero técnicamente hicimos ambas películas, un animada y una live action. Espero que la gente cuando la vea sea más live action para ellos que animada».
El rey león: un ciclo sin fin
Finalmente, Favreau se dijo emocionado por formar parte de algo transgeneracional, ya que su idea era hablarle al mayor público posible, pero comenta que su interés y sobre todo, el mensaje de la historia, recae en las nuevas generaciones.
«Las fantasías, cuentos de hadas y leyenda siempre hablan de una generación pasando la antorcha a otra y la idea es que te emociones mucho con la historia, porque las historias transmiten aprendizaje… así que cada generación tiene que definir cómo cambiará al mundo, a veces es Hakuna Matata y a veces como Simba, tienes que posicionarte y continuar lo que iniciaron tus ancestros».
De hecho, recordó sus días como director de Iron Man y de cómo eso le acercó a sus hijos pequeños, pues era algo que podía compartir con ellos. Algo similar, cuenta, pasó con Beyoncé, quien se mostró interesada desde el inicio por tener algo dentro de su carrera que pueda formar parte de los recuerdos de infancia de su familia.
Así, esta nueva versión viene a formar un puente, a generar y reforzar esos lazos de comunidad que se pueden percibir desde dentro y fuera de la cinta, pero también a aportar a la innovación técnica, pasando la estafeta a una nueva generación, continuando así el ciclo de la vida.