Producción: Love, Death and Robots
Creadores: Tim Miller; David Fincher
Año: 2019
Plataforma: Netflix

 

En 5 líneas esta serie:

Es antológica de animación, horror y ciencia ficción

Tiene episodios verdaderamente destacados

Combina bastantes elementos de horror y monstruos

Es sexualizada en algunos episodios

Puede cometer algunos pecados propios del género

 

   

 

Hay dos antecesoras claras de esta producción llamada Love, Death and Robots, y aquellos quienes de antemano sepan cuáles son, o bien reconozcan los nombres que estoy a punto de listar, seguro no necesitan más referencia para ver y degustar esta serie: Heavy Metal (Potterton, 1981) y The Animatrix (Varios, 2003).

Por la primera nos referimos a la adaptación a la pantalla de la revista; producción que por cierto alguna vez estuvo disponible en Netflix y en su momentos dijimos estoHeavy Metal, se podría decir, es el abuelo de Love, Death and Robots, aunque es tan solo una parada en una larga tradición de este género que combina la animación con ciencia ficción, monstruos y erótica. Pero tal vez, su antecedente más próximo es The Animatrix; será porque comparten una visión del futuro del siglo XXI (aunque técnicamente The Animatrix se concibió en el siglo XX) o será por el simple hecho de que la animación es más parecida a esta que a la de su pariente ochentero. O puede ser porque entre tanta loquera, Love, Death and Robots por momentos se toma el tiempo de entrar en algunas reflexiones filosóficas o culturales más allá de la sátira para la cual fue construida (sátira es algo que tiene mucho Heavy Metal); y ya sabemos que tan clavadas en la pseudofilosofía son las Hermanas Wachowski.

Entre una y otra, esta serie cocreación de David Fincher es un escalón en esa larga línea de producciones satisfactorias para geeks y solo para geeks. Nosotros los geeks estamos muy complacidos.

Como toda serie antológica, hay capítulos que destacan y hay capítulos que dejan qué desear. En particular habría que mencionar al mejor de ellos, el llamado Piezas Únicas, el cual cuenta la historia de un artista del siglo XXI y su inesperada salida del escenario. Habría que aplaudirle al autor Alastair Reynolds, escritor de ciencia ficción que entre otras cosas tiene un doctorado y ha trabajado para la Agencia Espacial Europea, por su proeza para imaginar una historia de ciencia ficción que además incluya una noción de lo que es el mundo del arte, y a través de ese medio crear una historia redonda y atinada.

Otros episodios destacados son Testigo, más por su vibrante animación que por su historia sencilla pero bien loca y bastante cachonda (en esta categoría anoten Noche de Pesca –menos lo cachondo–); La Era del Hielo, del que nos hubiera FASCINADO tener un poquito más de detalle (y nos recuerda a uno de los mejores episodios de Futurama); Mas Allá de la Grieta, el cual nos cambia gato por liebre y nos vuela la cabeza; Buena Cacería, por su excelente concepto steampunk (del cual no disfrutábamos tanto desde El Mundo Extraordinario de Abril, –Demares, Ekinci, 2016–); y Los Tres Robots, una breve pero entretenida reflexión sobre la condición humana.

Los capítulos de Love, Death and Robots a veces son tan cortos que duran menos de quince minutos, esto es bueno si en realidad no nos gusta el episodio o malo si quisiéramos ver más de lo que se nos presenta. Otro detalle es que pareciera que mucho del contenido de la serie está hecha por hombres y para hombres, algo que increíblemente este género aún no logra cambiar. Pero recordamos, esta producción es parte de una gran tradición de viñetas de animación y ciencia ficción, por lo que hay que tomarlo al costo. Y al que no le guste, seguramente no llegó ni al final de esta nota.

 

 

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