Producción: Love
Año: 2017
Plataforma: Netflix
En 5 líneas esta temporada:
Continua con su tono realista sobre la comedia romántica
Desarrolla de manera más profunda la relación entre los protagonistas
Trae más comedia a lo Judd Apatow
Presenta un nuevo balance entre Mickey y Gus
No es tan entretenida como la primera temporada
Estimados lectores:
Soy un hombre simple, me gusta hacer en pareja lo que me han enseñado las películas desde que tengo memoria. Me gusta enamorarme en una fiesta y que el tiempo se detenga, cantar y bailar en la calle singin’ in the rain después de una buena cita (si no hay peatones porque si no qué oso), me mama La La Land y chillé las tres veces que la vi tratando de contener la berreada para no perder el status. Soy alguien bien cursi, que se enamora cada que puede y espera lo mejor de todas las chicas del metro, de fiestas, de rodajes y mensajes.
Por eso, cuando uno tan mieloso como yo ve una serie como Love le brincan las chispas. No quisiera ganarme enemigos con la primer crítica que escribo, pero la neta es que me encanta, tanto la primera como la segunda temporada, y neta hay que hacerle justicia porque nomás veo cómo la castigó IMDB y me da un nosequé. Me encantaría hablar de ambas temporadas pero el tiempo apremia y hay que ser concisos, pues la segunda está afuera y hay muchas almas en pena que dudan comenzarla por miedo a que no sea lo que fue (o al menos espero yo eso).
Comenzamos pues, donde se había quedado la primera temporada, resolviéndonos la pinshi duda de si Gus y Mickey terminarían juntos tan fácil después de que ambos hayan sido tan hijos de puta en la temporada anterior (quizá Gus más HDP que Mickey). Y chingón, no fue así, hubo toma de conciencia. Y así despega la segunda temporada, donde se planea un nuevo escenario para nosotros los románticos sadomasoquistas realistas, una nueva perspectiva de cómo chingados es salir con alguien en el mundo real donde la gente no lleva serenatas con radios para declarar su amor.
Mickey trata de superar su adicción a las drogas, el alcohol, al sexo y al amor mientras Gus trata de apoyarla, enfrentándose a los amigos, la familia, amores pasados y compañeros de trabajo, haciendo que la narrativa se centre a los personajes, su relación y complejidad, manejando los otros pequeños arcos complementarios como un recurso cómico que acentúa los highlights y los declives de la vida de Gus y Mickey.
Es difícil decidir si en cuanto a guión fue correcto el hacer a Gus una completa víctima, puesto que en la temporada anterior no te dejaba decir quién hacía más chingaderas que el otro, y ahora sólo tenemos a Gus como un hombre bueno con defectos y a Mickey como una mujer egoísta tratando de corregir su conducta y fallando al respecto. Sin embargo, la manera en que fueron construidos esta temporada los personajes crea una verdadera verosimilitud a la historia, tanto así que pasé los últimos episodios emputado con la situación y realmente inmerso en ella. Pinche Mickey.
La serie está bien dialogada, tiene buena música, la fotografía es correcta y, como fue anteriormente, nos propone que lo ñero está chido, al retratar todos estos espacios que pocas personas considerarían como bellos o interesantes. Lo único que no me gustó fue el personaje de Chris, que es aún más idiota cada temporada y temo termine siendo un Joey de Friends, haciéndonos dudar cómo chingados es que sabe respirar.
Si eres de los que les gusta acordarse de la ex importante, de los buenos y malos ratos con ella y quieres saber si a todos les ha pasado lo que a ti y no eres único y especial, chútatela, igual y entiendes por qué tú y Zaira no funcionaban a pesar de que son la misma persona, tienen los mismos gustos, a mi mamá le caíste bien antes de que cortáramos y también te gustó esta pinche serie, no mames. Ya agarra el pedo.
Pinche Mickey.