PRODUCCIÓN: LOVE
CREADORES: JUDD APATOW, LESLIE ARFIN, PAUL RUST
AÑO: 2018
PLATAFORMA: NETFLIX

 

EN 5 Lineas ESTA TEMPORADA:

Le pone más romance a la comedia

Es la más madura de las tres temporadas

Luce a Gillian Jacobs con su actuación

Muestra que ser amado también es incómodo

Finalmente cayó en lo cursi

 

   

 

Con sinceridad, soy el tipo de persona que se resiste al humor estadounidense, ese de películas como Virgen a los 40 (Apatow, 2015) y me cuesta entregarme a los brazos de actores como Seth Rogen (otros dirían que, sencillamente, soy una esnob). A pesar de esto, ninguna de las temporadas de la serie Love, dirigida por Judd Apatow, me tomó más de tres días verla y su tercera temporada no fue la excepción.

Love, en su temporada final, nos dio el gusto cuando Mickey (Gillian Jacobs) y Gus (Paul Rust) deciden embarcarse en el reto de ser una pareja formal, pero no por eso, estable. Todos sabemos que las relaciones son un camino lleno de baches y esta serie lo muestra a la perfección. Los dramas de Gus y Mickey se convierten en reales y profundos, su encanto se asienta sobre la simpleza de cómo representan la complejidad de la intimidad.

Esta última temporada construye la empatía con los dos protagonistas que faltó antes. Durante toda la historia luché con la personalidad de Gus, con su tono de víctima permanente con una adicción por el auto sabotaje. Pero así como entendimos mejor a Mickey cuando conocimos a su padre en el pasado, sólo conocer a la familia de Gus podía darnos las bases para entender su carácter.

Algo que hay que aplaudirle a los guionistas es el desarrollo de sus personajes femeninos. Mickey adquiere nuevas dimensiones en su sobriedad, donde vemos su carácter e inseguridades genuinas, más allá del velo antagónico que la cubría en episodios pasados. El personaje secundario que definitivamente se roba nuestro corazón esta temporada es Bertie (Claudia O’Doherty) que dejó de estar a la sombra de Mickey para tener un capítulo completo centrado en ella.

Una serie sobre el juego de tira y afloja entre estar en una relación sólo por querer estar juntos mucho más que por el querer-se, Love hace renacer a todos los fantasmas de las relaciones pasadas y futuras, revivir nuestros errores, reímos con la inevitabilidad y cinismo del fin de la relación que se ve en el horizonte, al mismo tiempo que deseamos pensar que sí pueden lograr vivir juntos para siempre (quizás, por favor, virgencita), para poder creer un poquito en el amor. Luego de treinta y cuatro episodios, quizás la reflexión que deja Love es que puede que una relación no sea eterna e invencible, pero no por eso no es un gran momento en la vida que merece ser disfrutado.

 

 

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