Producción: Lucky
Director: John Carroll Lynch
Año: 2017
Plataforma: Cartelera
En 5 líneas esta película:
Es un drama existencialista con sutiles dosis de comedia
Rinde homenaje a la figura del actor Harry Dean Stanton
Tiene un ritmo sereno e introspectivo
Cuenta con buenas actuaciones
Las circunstancias alrededor de la producción le otorgan una emotividad particular
“Todos son ateos hasta que se cae el avión…” dicen por ahí, consigna sobre la cual está construida la premisa de la película que marca el debut como director de John Carroll Lynch, actor de extensa trayectoria en cine y televisión. Con Lucky, el realizador hace una reflexión sobre la vida y la muerte, el sentido de la existencia y las relaciones humanas, desde la perspectiva de un solitario anciano, veterano de guerra, de rígidos hábitos y miembro de una pequeña comunidad en la frontera con México. Después de sufrir una caída inesperada en casa, el protagonista es confrontado de lleno con la noción de su propia muerte, el cual nunca vislumbró con tanta claridad como ahora.
Este momento de claridad y consecuente miedo confronta al viejo con sus propias convicciones, claramente ajenas a cualquier esperanzadora visión de la vida después de la muerte, propia de la religión. Esta contraposición de emociones contra ideas empuja a Lucky a un viaje dentro del desértico pueblo en el que habita, involucrándose en diversas situaciones fuera de su rutinaria existencia con tal de hacer las paces con su destino y encontrar paz en el ocaso de su existencia.
Después de colaborar con figuras de la talla de Clint Eastwood, Martin Scorsese y David Fincher, el debutante Carroll Lynch algo habrá aprendido sobre narrar historias, pues firma una odisea espiritual solemne, sencilla y humana, sabiéndose rodear de un elenco lleno de personalidad, que incluye a Ed Begley Jr., Beth Grant, Barry Shabaka Henley y Tom Skerrit. Estos actores consagrados posiblemente no nos suenen conocidos (al igual que el mismo director), pues su abnegada labor a lo largo de sus carreras ha sido la de ofrecer mayor brillo al esplendor de las grandes estrellas, pero que podemos identificar inmediatamente al verlos en pantalla. Mención aparte, está la curiosa participación de nada menos que David Lynch, en un rol sensible y taciturno, en lo que se percibe como un guiño de Carroll Lynch a The Straight Story (Lynch, 1999), de temática y tono similar.
Este cúmulo de actores y actrices le da la fuerza necesaria a lo que el director ha etiquetado como una película de personajes, de los cuales es el gran Harry Dean Stanton (fallecido unos meses después de finalizar la producción), quien firma el testamento de una gran carrera como el buen Lucky. Es por este rol que el veterano actor dejó el retiro de papeles protagonistas, una vez que al leer el guion, inspirado precisamente en él, descubrió que el personaje tenía muchas cosas qué el mismo quería expresar en la etapa final de su vida. Esta fusión de intenciones le da al retrato de Harry una dimensión más profunda y trascendental, que dadas las circunstancias ya mencionadas, hace del desenlace de la película un momento de lo más emotivo, la despedida ideal para un gran actor, agradecido con la vida. Hasta siempre Harry.
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