Producción: Manchester by the Sea
Director: Kenneth Lonergan
Año: 2016
Plataforma: Cartelera

 

En 5 líneas esta película:

Es de drama

Tiene buenas actuaciones

Tiene buen guión

Tiene buena fotografía

Es intensa sin ser melodramática

 

     

 

La temporada de premios no acaba hasta que canta la gorda, o en este caso, el Óscar. En la recta final de la competencia destaca el nombre de Kenneth Lonergan: cineasta independiente de origen norteamericano, de carrera modesta como dramaturgo en Broadway y que cuenta en su haber con tres cintas: You Can Count on Me (2000), Margaret (2011) y la actual nominada al Óscar Manchester by the sea.

Protagonizada por Casey Affleck, Michelle Williams y Lucas Hedges, esta película pretende luchar, entre otras, en las categorías de mejor guión, película y actor, de las cuales seguramente se llevará la última. Esto no lo decimos a la ligera, pues la interpretación del hermano menor del actual Batman, lo consagra como un histrión de primer nivel. Affleck interpreta a un conserje llamado Lee, que recientemente perdió a su hermano y debe viajar al pueblito de Manchester en Massachusetts para hacerse cargo de su sobrino. Lee es un personaje sombrío, antisocial, violento y alcohólico, que carga una lastre emocional tremendo que lo obliga a la total insensibilidad. Patrick, su sobrino, es un joven rebelde, con dos novias y una vida social activa. Él y su tío deberán formar un lazo padre-hijo para sobrellevar las peripecias de la vida cotidiana. La familia, el amor y el perdón son sus primeros obstáculos.

Las situaciones que originaron la personalidad áspera de Lee se van reconstruyendo a modo de flashbacks, al mismo tiempo que nos adentramos en su ex matrimonio y la travesía de su hermano con su enfermedad. La cinta propone un naturalismo poético, logrado gracias a las inteligencia narrativa de Lonergan y la fotografía sobria de Jody Lee Lipes; naturalismo nacido de un argumento sin pretensión de novela de folletín melodramática y preocupado siempre por la fidelidad de las emociones de sus personajes. Por ejemplo, en la insensibilidad de Lee uno puede encontrar cierta extrañeza, hasta que se toma consciencia del pasado y la culpa de éste lo revela como el ser más vulnerable. Podríamos decir que es un náufrago en el mar de las emociones humanas, cuya reciente pérdida lo obliga a nadar hacia la orilla por un momento y hacer un viaje introspectivo de vuelta a la vida social. La poesía está dada por la intensidad de la trama y una claridad de emociones que encuentra los puntos exactos de tensión y relajación, formando un coctel de heridas y abrazos que uno siente en las entrañas. Son esos dos elementos los remos que ayudarán a Lee (y al espectador) a encontrar la paz y a perdonarse a sí mismo.

A modo de advertencia: Manchester by the Sea tocará sus fibras más sensibles y lo llevará a un viaje de lo más nostálgico, quizá, acompañado de “lagrimones cocodrileros” y “moco tendido”, por lo que le recomendamos, por un lado, vaya bien preparado de sus emociones y por otro, le pedimos con toda franqueza que se haga un favor y vaya a ver una de las mejores películas del presente ciclo.

 

 

 

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