Ivan Elvira ReyesProducción: Mandy
Dirección: Panos Cosmatos
Año: 2018
Plataforma: Mórbido Fest
En 5 líneas esta película:
Es un historia de venganza
Se trata de una experiencia sensorial total
Cuenta con un impresionante soundtrack de Jóhann Jóhannsson
Es algo lenta en su primera mitad
Nos regala a Nic Cage pasado de ácidos asesinando monstruos motociclistas, ¿qué más se puede pedir?
Panos Cosmatos, hijo del director George P. Cosmatos, consolidó su estilo con tan solo su opera prima, aquel impresionante viaje onírico lleno de luces y colores saturados: Beyond the Black Rainbow (2010). Ahora, ocho años después, Mandy sigue con ese trance (si se le puede llamar así) que confirma una de las máximas en el cine: importa más el cómo que el qué.
Cosmatos apuesta por ofrecerle al espectador una experiencia. Y vaya experiencia. Podemos describir su nueva película como un viaje sensorial y visceral, que aborda una premisa sencilla pero poderosa: Red (Nicolas Cage) es un leñador con una vida tranquila y feliz a lado de su esposa Mandy (una impresionante Andrea Riseborough, quien lo puede hacer todo). Un buen día, Jeremiah (Linus Roache), el líder de un culto religioso, ve a Mandy paseando por los bosques de la región, lo cual le despierta una obsesión por ella, así que le pide a su grupo de seguidores que invoquen a unos demonios motociclistas para consumar su secuestro.
La cinta tiene dos partes muy marcadas: En la primera mitad conocemos a los personajes y vemos cómo se lleva a cabo el secuestro y el eventual cortejo de Jeremiah a Mandy, a través de un ritmo pausado y onírico que se acerca a Beyond the Black Rainbow; todo culmina de una manera brutal. La segunda mitad es justo el viaje de Cage a ese infierno para vengar lo sucedido.
La bonita sonrisa de Nic Cage lo dice todo.
A partir de aquí, el protagonista se embarca en una demencial travesía donde nos alejamos del cadencioso ritmo de la primera mitad para darle paso a la total violencia gráfica, con momentos por demás hilarantes y espectaculares: Una pelea en la cual se utilizan motosierras eléctricas como si fueran espadas, Red pasando del llanto al encabronamiento en un instante porque le arruinaron su playera favorita, breves y siniestras secuencias animadas que sueña el protagonista, Cage en una demencial interpretación donde inhala un puñado de cocaína o cuando enciende un cigarro de la cabeza decapitada en llamas de uno de los demonios motociclistas. Si alguna vez se preguntó cómo serían las escenas idóneas de una película para ambientarse con música de metal, bueno, Cosmatos y Jóhann Jóhannsson le dan la respuesta.
Mandy se siente como la materialización en imágenes de un disco de metal progresivo, con un toque retro en lo visual y sonoro (la película está ambientada en 1983). Cosmatos entrega un festín a los amantes del cine de género que difícilmente olvidarán, se trata de una de esas experiencias que forzosamente se tienen que ver en pantalla grande para disfrutar por completo. Como una historia de venganza, sabemos bien cuál será el desenlace pero eso no es lo que importa, sino cómo será.
Mezcle Suspiria (Argento, 1977), Inferno (Argento, 1980) con las luces epilépticas tipo Gaspar Noé y una atmósfera de David Lynch en ácidos… pues eso es Mandy, la cual se posiciona como una de las mejores películas del género en los últimos años.