Producción: Manifiesto (Manifesto)
Director: Julian Rosefeldt
Año: 2015–2017
Plataforma: Cartelera Independiente

 

Va de nuevo: ¿Cómo escribir la reseña de una película que no es una película? Me hice esa pregunta al menos cuatro veces mientras corrían los créditos de Manifesto, sentada en la penumbra de una sala de cine con otras siete personas sentadas por aquí y por allá (es correcto, las conté).

Julian Rosefeldt, el responsable de esta pieza, no se considera a sí mismo un cineasta, incluso ha comentado que es incorrecto llamarlo como tal. Rosefeldt es un artista y arquitecto quien un día tuvo una idea y la compartió. Dio la casualidad de que a quien le compartió su idea, la actriz Cate Blanchett, también le gustó, por lo que se pusieron a trabajar en conjunto. Así, durante doce días, Rosefeldt y su equipo filmaron a Blanchett interpretar a trece diferentes personajes, cada uno de ellos recitando manifiestos de diferentes movimientos artísticos.

Una viuda elaborando sobre el Dadaísmo. Una coreógrafa meditando sobre el Fluxus. Una reportera cuestionando el Minimalismo. Una profesora de primaria explicando el Dogma 95. Cate Blanchett haciendo trece actuaciones impecables, en una carrera repleta de actuaciones impecables.

Manifesto fue concebida como una pieza de exhibición. Fue presentada en el 2015 en el Centro Australiano para la Imagen en Movimiento como una instalación cinematográfica de múltiples monitores, es decir, se montaron doce pantallas en una sala, cada una presentando a un (o dos) personaje interpretado por Cate, recitando los diferentes manifiestos. La idea original evolucionó en una película de corte experimental: noventa minutos, personajes intercalados, ideas comulgadas. La versión fílmica tuvo su estreno este año en el Festival de Cine de Sundance, donde cuando un reportero le dijo a Cate Blanchett lo mucho que le había gustado la película, ella respondió con un “¿es una película?”

Pero Manifesto no es sólo un manifiesto, por mucho que lo intente. Manifesto es una clase de interpretación por una de las más celebradas y más talentosas actrices trabajando hoy en día. Cate Blanchett desaparece completamente para encarnar a estos trece personajes, estos sujetos de experimento que fácilmente podrían tener una historia completa para sí mismos, una película, algo más allá de declamar líneas obtusas y postulados tal vez demasiado petulantes. Es el vagabundo, el ama de casa, la mujer punk, pero también es Carol Aird, Bob Dylan, Lady Galadriel y todos los personajes de su filmografía. Es la profesora de escuela recitando lo que un día Lars von Trier se sentó a escribir como capricho de su ego cinematográfico, y es Hela, divirtiéndose en el set de Thor: Ragnarok con Taika Waititi. Eso es Manifesto: una oda a la actuación, más que una lección de corrientes artísticas.

Si bien la concepción de la pieza como tal es brillante y sin duda llamativa, tal vez la película (¿?) como tal no es un ejercicio que todos logren disfrutar; pero si se animan, les garantizo, es una experiencia invaluable. Y si se están preguntando por qué sólo había siete personas en la sala conmigo, no tiene nada que ver con la obra. Más bien a mí se me ocurrió ir al cine un jueves a las 11 de la mañana.

 

 

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